
Querida Carta:
Es verdad, hacen quizás más de trescientos sesenta y cinco días que te escribí, sólo que hoy has atropellado mi recuerdo. Hoy llegaste de repente y sacudiste lo que de mi alma queda, lo que de mi corazón palpita al nombrarte aún. Porque eres una de esas cartas que escribí con el sentimiento por pluma y la verdad desnuda de toda clase de artilugio, adorno o deseo de impresionar, era simplemente mi yo garabateado en unas palabras, vestido de negro en la tinta que pintaba al papel. Porque no sé hacerlo de otra manera, porque soy yo entera ante el papel en blanco, porque la pluma es la batuta de mi sinfonía interior, porque por ello escribo cartas nunca escritas, porque soy la palabra que se guarda en un sobre y se echa en un buzón. Pero da la casualidad, que tú sí fuiste escrita, si fuiste enviada por el correo antiguo, con matasello y estampillas de certificada, para que no quedaran dudas y por lo menos tener un poco más de seguridad de que llegarías a tu destino.
¡Tu destino! Llegaste a tu destino, sólo que el cartero jamás tocó a mi puerta con una respuesta, con un acuse de recibo de lo que te había enviado con un papel que me quedara en las manos para acariciar tu recuerdo. Con un “firme aquí señora y tome el sobre que le ha llegado”.
Hoy te escribo carta que sí escribí, porque de repente, me he sentido sola en una batalla que quise no saber estaba perdida desde antes de comenzar la guerra ( que no hay que asustarse que son guerras de emociones y sentimientos, no de las cruentas y crueles que vivimos en el mundo a diario), o a lo mejor sí lo sabía pero me resistía a reconocerlo.
Hoy te escribo carta con destino y sin regreso, porque el horizonte se me ha hecho más lejano y porque hoy, me duele no recordar lo que en ti escribí.
De ti siempre,
Yo.
¡Tu destino! Llegaste a tu destino, sólo que el cartero jamás tocó a mi puerta con una respuesta, con un acuse de recibo de lo que te había enviado con un papel que me quedara en las manos para acariciar tu recuerdo. Con un “firme aquí señora y tome el sobre que le ha llegado”.
Hoy te escribo carta que sí escribí, porque de repente, me he sentido sola en una batalla que quise no saber estaba perdida desde antes de comenzar la guerra ( que no hay que asustarse que son guerras de emociones y sentimientos, no de las cruentas y crueles que vivimos en el mundo a diario), o a lo mejor sí lo sabía pero me resistía a reconocerlo.
Hoy te escribo carta con destino y sin regreso, porque el horizonte se me ha hecho más lejano y porque hoy, me duele no recordar lo que en ti escribí.
De ti siempre,
Yo.