lunes, 27 de abril de 2009

Carta a los ponombres ( YO )


Querido primer pronombre personal, amado Yo:



Escribir una carta a los pronombres, ¡si me leyera Pedro Salinas! Pero estas cartas las tenía guardadas en el baúl de los recuerdos escritos. Así que para ti va esta carta , primer pronombre que me enseñaron en la conjugación de todos los verbos, en el andar por todos los sujetos: Yo, egoístamente... yo.

En el tiempo me he sentido seducida con la idea de escribir sobre Yo, ese pronombre personal que es el primero, el que abre fuegos en las clasificaciones de los pronombres, pero que paradojicamente debemos dejar de último siempre en la lista de presentación, en el nombrar a todos y a postrer, a... yo, ¡tanto!, que hasta debemos esperar en el último lugar de la fila de los sentimientos y de la espera.
No hay remedio, por lógica de urbanidad y de sentido común, eterno será, tú y yo, o, lo que sea y yo , eso en el caso de que te incluyan querido pronombre, porque a veces por más que creas...eres un exiliado sin remedio.

Mas, también eres el consciente que vive en mí, el presente en la vida, el que me va dictando las guías a seguir, el que aprende, el que comete errores, el que rectifica, el que mata , el que roba o el que se inmola por causas y banderas, por hijos, por amores o desamores.
Así que haciendo resumen, pensando tranquilamente, desmenuzando sentires, mereces todo nuestro respeto, aunque trastabillees de vez en cuando y no seas tan de elogiar.

Pero... ¿cómo deshacerse de ti? Habitante en uno y que siempre sacamos a pasear, a relucir, en cada momento de nuestra existencia, el que nos deja regusto amargo a veces por sus actuaciones tantas veces incomprensibles para el ego, (que es otra cosa), pero que acabamos perdonando, justificando o simplemente aceptando tal cual es, imperfecto como todo lo que somos.
Le escribo a ese yo, que quiere ser un todo en tan poca tierra y es tan poco entre tanto cielo.

Somos, yo, primero que nada y en vista de ser tan singular, pluralicemos los actos de nuestra vida para dar paso al Tú, y luego al Nosotros. A lo mejor los demás llegarán en algún momento a señalarnos como vosotros y ellos.
Sin embargo en esta carrera que es la vida que vivimos, Yo, vas señalando los caminos, aunque a veces pierdas la visión y hasta la audición, quedando además indefenso entre tanto Ustedes.


Me despido de ti, yendo en pos del Tú.


Te quiero yo,

Yo.

jueves, 16 de abril de 2009

TELEGRAMA URGENTE A LA ANGUSTIA


TELEGRAMA URGENTE



Sra. Angustia
Cuerpo Esmeralda
Paraiso postal Nº 9
Cartas ausentes
Venezuela




En vista de su aposentamiento en mí sin invitación alguna, ruégole encarecidamente, tome sus bártulos y vuelva a su lugar de origen, es decir el todo inexplicable. Deje a la razón hacer su trabajo por la paz de mi espíritu.


Atentemente

Yo

miércoles, 1 de abril de 2009

Carta al olvido


Mi sugerente olvido:


Tantas veces surges en el andar mis caminos, tantas veces te repito en las horas que van pasando. Frases dichas casi sin darme cuenta: ¿cómo es que se dice? , ¡ay, olvidé cómo se escribe esta palabra!, ¿cómo se llamaba aquella chica que estudió conmigo y llevaba el cabello en coleta y que nunca dijo dónde vivía?, ¿dónde dejé las llaves del carro? , esa cara me recuerda a alguien, ¿me tomé todas las píldoras de la mañana?...y así un interminable etcs. de olvidos y no recuerdos.
Y es que nuestro disco duro cerebral, misterioso aún, guarda todo lo que vivimos y lo que pasa hasta en un radio de trecientos metros a nuestro alrededor, sin estar conscientes de ello, guarda y guarda, va desfragmentando, acomodándolo todo en las barras de diferentes colores, bastando quizás el toque de una tecla para que el chip despierte y traiga los recuerdos. Mi querido Benedetti en su hermoso poema y libro, El olvido está lleno de memoria, nos regala este poema que bien describe en parte lo que quiero expresarte, olvido:

Ese gran simulacro

Cada vez que nos dan clases de amnesia
como si nunca hubieran existido
los combustibles ojos del alma
o los labios de la pena huérfana
cada vez que nos dan clases de amnesia
y nos conminan a borrar
la ebriedad del sufrimiento
me convenzo de que mi región
no es la farándula de otros
en mi región hay calvarios de ausencia
muñones de porvenir/arrabales de duelo
pero también candores de mosqueta
pinos que arrancan lágrimas
cadáveres que miran aún desde sus huertos
nostalgias inmóviles en un pozo de otoño
sentimientos insoportablemente actuales
que se niegan a morir allá en lo oscuro
el olvido está tan lleno de memoria
que a veces no caben las remembranzas
y hay que tirar rencores por la borda
en el fondo el olvido es un gran simulacro
nadie sabe ni puede/ aunque quiera/ olvidar
un gran simulacro repleto de fantasmas
esos romeros que peregrinaran por el olvido
como si fuese el camino de santiago
el día o la noche en que el olvido estalle
salte en pedazos o crepite/
los recuerdos atroces y los de maravilla
quebrará los barrotes de fuego
arrastrarán por fin la verdad por el mundo
y esa verdad será que no hay olvido.

Mario Benedetti.

Y es así, me da la impresión que a veces es tal la cantidad de recuerdos, que el cerebro sabio, guarda en algún rincón inexpugnable, aquello que nos daña, que nos hizo infelices, al menos eso en la ilusión que ocurriera. Lo trágico está en el olvido por muerte de los espacios donde se guardan los recuerdos, la memoria, esa muerte lenta que es la más larga y dolorosa para quien nos mira ya sin reconocernos u olvida hablar, coordinar los movimientos del cuerpo y ser la pena inmensa de los seres que les aman. Es como dice uno de mis amores en la tierra , quien vivió con su madre en tales circunstancias, y, cuando murió del todo, aferrándose un día a mi abrazo, me decía “es que vi morir a mi madre dos veces”. Y es que se muere tantas veces en el olvido.
Hay tiempos en que se clama por olvidar lo que nos duele, no recordar. No saber más. Dejar de lado toda espina, toda magulladura del alma. Sin embargo, cuando miro hacia atrás y trato de recordar lo que en un momento olvido, siento pánico, si no traigo a mi memoria presente, lo vivido, sea bueno, regular, malo o simplemente infeliz. Porque los momentos felices afloran con más facilidad.
Por ello te escribo olvido, para que no me hagas caso, cuando clame por tirar por la borda algún recuerdo de un amor que se tornó en tortura, haz que de ese amor sólo recuerde el haz de luz que nos hizo felices un instante, o el desencuentro con padres que no están o el que sobrevive, amigos, familia o el jefe en el trabajo o el compañero que nos molesta como una piedra en el zapato, no sean más que eso, desencuentros, que logre, logremos todos, superar los escollos y seguir adelante desechando lo que no vale la pena mascullar, rumiar. Aprender sí de lo vivido, tenerlo allí en ese disco duro para poder discernir en situaciones futuras. Guardar la sabiduría que nos enseña la Escuela, los Institutos, La Universidad, los Libros, la lectura acuciosa de todo lo que nos plena la vida, escuchar al que nos trae conocimientos, crecer.
No quiero olvido, seas una espada de Damocles, quiero seas el guardián de mis memorias. ¿Será posible que así sea?

Se despide de ti quien nunca olvida que un día puedo perderte en esta paradoja increíble de ser el depositario, de todos mis recuerdos.

Yo.