miércoles, 21 de enero de 2009

Carta a este extraño sentimiento


Extraño sentimiento:



Estaba realizando algunas tareas del hogar, sí, de esas de las cuales seamos solteras, casadas o lo que seamos en estado civil, nos toca realizar, bien por nuestro bien y comodidad y hasta por obligación, cuando, me detuve. Me detuve en medio de la sala de la casa, sólo estoy yo, nadie perturba el silencio dentro de la misma, afuera hay ruidos, muchos, construcciones cercanas, carros que pasan, gente que habla. Mas, de pronto, me encontré a solas conmigo. Un remolino de emociones se formó, justo en el centro del pecho. Y como es habitual en mí, sensible, romántica, impulsiva y ciega, dos lágrimas quedaron embozadas en mis ojos. Porque , así de un golpe, no supe hacia dónde encaminar mis pasos.

Una película acelerada pasaba delante de mí, los recuerdos lejanos y cercanos fueron borrasca que iban arrasando el equilibrio de mi ser y estar. Yo, soy de coraza de acero para enfrentar los grandes desafíos, optimista, con garra para la lucha por la vida, terca, necia, obcecada en mis propósitos, la palabra imposible no cabe en mi vocabulario, sin haberlo intentado miles de veces, y si queda lugar y tiempo miles de veces más. Infundo esa fuerza en quienes tambalean, sin embargo, para mis sentimientos de amar soy frágil, brizna, haciéndome presa, carnada a mano, de todas las angustias.

Hoy, me siento con el corazón en un puño, por mi madre, mis seres queridos. Pero también por el amor que sembrado ha quedado en mí, aunque le haya escrito, dicho, gritado, puesto en grafitis, publicado en mil periódicos, me haya rasgado la piel, se la haya hecho jirones por mi dolor, siendo humana, muy humana en el lado oscuro de mi sentir, le haya dicho pues, tantas veces adiós, en la larga despedida que nunca se da, hoy a ese mi Amor, raro, que se confesó junto conmigo, orate, le digo, que siento su temor. Que me aferro a mi fe para que le de la paz necesaria para enfrentar sus miedos.

Y es alli, extraño sentimiento, donde vuelvo a ti. Porque no sé, ni qué sentir, ni cómo, ni de aqui en adelante, ni para dónde. Busco, miro a mi alrededor, mallas, redes, hilos, sogas que sostengan, lianas que me permitan andar como Tarzán, o como Chita , según se vea, en medio de los bosques, sólo que aqui es mi bosque interior el que me habita.


Y ante el silencio de escuchar una y otra vez el repique del teléfono, en la llamada nunca tomada... me vuelvo a preguntar...¿cómo es que este extraño sentimiento se anidó en mí?


Ya ni sé si buscar respuestas, queda de ti atentamente,


Yo...a lo mejor Chita que no Jane, ni mucho menos Tarzán.

martes, 13 de enero de 2009

Carta a las Máscaras


Mis bien reconocidas a veces, Máscaras:




¡Cuánto se ha escrito sobre el tema! ¡Cuántas veces se ha novelado sobre ustedes, Máscaras de vida, de andar por el mundo, pegadas a una cara y hasta en la piel entera!

Reconozco las mías, las ya conocidas, las que desde que nací comenzaron a colocarme los mayores resposables de mí, hasta cada una que fui colocando en mi rostro a medida que fui creciendo, que me fui haciendo joven, adulta, mayor yo también.
Máscaras, antifaces que han cubierto mis yo, reflejados en cada gesto de mi cara espejo, de mis adentros, de mi ser, de mis ocultas vidas, de mis luces a veces, de mis noches las otras.
Siempre a mano, siempre colgadas detrás de cada puerta: de la habitación, de la principal de la casa, la que da salida a la calle; de la que entra a una oficina, a un Café, a un hospital, una cárcel, a una tienda de ropa, a un templo, a un velatorio, un entierro; la que en un parque se acomoda , o la que simplemente se calza sola en medio del campo o del mar, después de desnudar el rostro de todas las máscaras que hasta allí llegaron.
Cada una de ustedes, Máscaras, es una página del gran Libro de la Vida, de ese libro que voy escribiendo, como lo estás escribiendo tú, sí, tú, lector de mis interioridades, de mis emociones, sentimientos, pasajes de vida, tú que libras las mismas batallas de las máscaras que mejor quedan en talla y medida o las de sacar y tirar por inútiles, porque ya no hay nada que ocultar detrás de ellas.
Lo que me agobia a veces, es el peso de alguna máscara imposible de arrancar, a pesar de la adultez, los años, la vida, porque se quedó pegada a la piel del rostro como una sanguijuela, chupando cada gota de sangre que va quedando en mi cuerpo, engordando, hasta hacer que mis párpados hinchados no permitan el abrir los ojos y poder mirar a través de otras máscaras que me persiguen sin piedad. Y me duelen, me duelen, porque si pudiera arrancarlas, las mías quizás, escaparían de mi faz, para hacerme libre, dejando entrar la brisa y la luz del sol en la vida que habría que vivir , sin máscara alguna.

Sin embrago, me detengo y detienen, en esta carrera de abandonos y el espejo que delante tengo, reconoce a una mujer, que yo no reconozco.


De ustedes atentamente, mis máscaras en minúscula,


Yo.







domingo, 4 de enero de 2009

Carta a Mí misma (la publico a riesgo de los presuntos implicados)


Sí, esta carta la ha venido rumiando mi otro yo, desde hace días. Desde que finalizaba el año pasado, 2008 y comenzaba este , 2009, con toda la expectación que un calendario, como al que ya le escribí, conlleva. Y la he venido rumiando, porque voy dejando una década de vida en este año que comienza, será mi año nono antes de comenzar un año par, que suman décadas de muchos calendarios. No es que el tiempo de cumplir años me agobie o me preocupe, no, si yo nací hace poco. Me encanta cumplir años. Lo que me hace reflexionar y sentarme horas ante este papel virtual, tratando de ordenar, más que las palabras, las emociones y los sentimientos, es el cambio que se está operando en mí y que de alguna manera tiene que ver con el amor de mujer, que de los otros claros están e inamovibles.


Resulta que pasé un año de mucho ajetreo emocional, donde se cebaron los ingratos momentos del adiós al padre, los umbrales de vida fraternos, las noticias poco gratas de salud de los amados. Aunado a esto, una relación sentimental que ni sé cómo describir en mi alma, en mi corazón, en toda la vida que he vivido. Una relación ¿rara? puede ser, ¿extraña por las circunstancias? , también...lo que sé es que he sentido, he sentido amor, por quien no conozco, ni conocí y en el mañana, ¡quién sabe ya!

Sin embargo, en mis reflexiones de estos días, he decidido que no puedo seguir sufriendo, ni seguir "asfixiando" a quien me conquistó, a sabiendas que ella sí pudo decir adiós. Pero yo, quien tardó siglos en decir sí, quedo entonces, con mil incógnitas del cómo dejar volar esto que siento. ¿Cuál es la fórmula mágica, para dejar, transformar, lo que no se concluyó jamás y es una frustración? Porque estoy segura que alli radica mi problema. En la inmensa frustración de no habernos conocido, de no habernos dado la oportunidad de tomarnos un café en una Cafetería cualquiera, habernos leído unos poemas, haber comprobado que sí había piel que reclamaba otra piel.
¡Sí, es raro todo eso, porque escribo y se aniegan los ojos, porque siento que ésta ha sido la más larga despedida que he tenido jamás. Hablo del amor de mujer, a lo mejor, alcanzará la querencia para la amistad con el tiempo, tampoco lo tengo claro, porque es el ahora mi problema.

Tengo por preferidas algunas películas y en estos días he visto en repetidas ocasiones una muy particular. La protagonizan Susan Sarandon, Ed Harris y Julia Roberts. "Quédate a mi lado" se llama, y trata quizás de dejar volar la vida confiando a una extraña a sus hijos en la situación sin dudas, más dolorosa que se pueda vivir. Una mujer separada , Jackie, con dos hijos, una niña de doce años y un niño de cinco, un ex marido con una relación nueva y con pedimento de matrimonio a Isabel, joven, moderna, fotógrafo exitosa, y ella, Jackie quien odia la situación de su ex-marido, con su nueva relación, de pronto descubre que el cáncer que creía superado un año atrás, ha vuelto y ningún tratamiento funciona, quedándole pocos meses de vida. En ese tiempo, tiene que aprender a vivir con la noticia que va a morir y que su única esperanza de formación y crianza de sus hijos con una madre está en Isabel, a quien siempre le ha hecho la vida imposible.
Conflictos entre ambas, un "ex" y un "en", en el padre de los niños, mediador, sin embargo, es Jackie, quien encuentra el camino de las despedidas y el confiar en Isabel, conociéndola, lo más grande de su vida, sus hijos. Hermosa película dentro del tema doloroso que plantea. Pero queda alli el dejar volar todos los sentimientos, en pos del amor mismo.

Recuerdo a Jo March, de Mujercitas, un pasaje que describe mucho de otro desprenderse, cuando se corta sus cabellos (su más preciado bien) para obtener dinero para que su madre pueda visitar a su padre herido durante la Guerra de Secesión en USA (1861-1865). Es un acto de amor, de darse en dar, aunque no lo parezca, lo es.

O Cuando en Magnolias de Acero, otra película que habla del amor más grande, el maternal, Sally Field quien funge de madre de Julia Roberts, diabética, le dona un riñón para que siga viviendo. Ya casada, sale en estado, tiene su niño a pesar de las aprehensiones de su madre y muere, a consecuencia de su enfermedad. Dos desprendimientos, dos pruebas de amor en el amor.

O como en Thelma y Louise, que deciden ambas, volar antes que entregarse por el crimen cometido por una de ellas, la otra la toma de la mano y no la deja...

Son películas, si, como tantas otras que plantean ese dejar ir, pero en ellas, temas que tienen mucho que ver con lo que siento. En cómo encontrar ese punto de dejar volar, de ser crisálida, de abandonar la pupa, para que la mariposa vuele. ¿Cómo hacer para que lo no vivido, deje de ser este lazo y desprenderme de él sin daños a segundos o a terceros o cuartos o los que sean. Sobre todo, sin daño para dos?



Viene a mi mente el celebérrimo Epigrama de Ernesto Cardenal:


Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.


Y lo que no quisiera es que aqui nadie hubiese perdido ni pierda nada, sólo que no sé cómo hacer de cierto y valedero el decir:

SI AMAS ALGO DÉJALO LIBRE, SI VUELVE A TI ES TUYO, SI NO VUELVE, NUNCA LO FUE. -


¡Sí! esta carta es para mí misma, porque no encuentro el camino y el sosiego de dejar ir este amor, que ni sé cómo dejé entrar a mi alma.

sábado, 3 de enero de 2009

Querido Calendario


Mi querido Calendario:


Te has puesto traje nuevo, de hojas volantes asidas apenas por un hilo de goma, como es el hilo que nos ata a la vida. Este traje de ahora lleva la marca, la firma del Tiempo, tu estilista de siempre y preferido cuya Colección Cuatro Estaciones, lleva por nombre, Dos mil nueve. ¡Vaya! pero si ya han pasado tres días del traje nuevo y ya se te han caído tres, tres hojas, tres páginas, y con la velocidad inquebrantable del pasar, en ellas se escribieron eventos que ya pasaron a la historia, a cada historia que corresponda-claro está-: a la del mundo, a la de cada uno que viva su propia historia en la vida que vive; la del país en que habitamos, la del universo en donde giramos y giramos alrededor de nuestro centro sol y en nuestro propio eje en esta tierra, planeta que nos acoge desde la creación en lo ignoto, lo hipotético, lo científico, lo religioso, lo...etc., etc.


Te escribo Calendario, como diría mi amiga Mafalda, con lo bueno que tiene el año Nuevo, y son todas las hojas nuevecitas, las que tenemos para estrenar, y, con esa convicción de los propósitos a cumplir y hasta los de enmienda, con esos deseos recogidos de todos los que enviaron y dejaron sus mensajes siempre de amor, buenos augurios y felicidad, con la esperanza colgada en cada perchero del segundo siguiente, te voy viviendo, mirando cómo enflaqueces, dejando quizás trazos que rasgarán el paso de mis andares por los caminos, haciendo los caminos, -ya lo dijo el poeta-, sufriendo lo que haya que sufrir justo porque la vida es una lucha y un reto que no se detiene, con la ilusión de buenas noticias, que la paz reine alguna vez durante este año, que la salud sea nuestro mayor tesoro, que logremos abrazar al hermano sin distingos de razas, sexo, religiones o ideales políticos, que la palabra amor en verdad sea el sentimiento que la describe.


Te escribo Calendario 2009, queriéndote un mundo, para luego, al arrancar el último día 31 de Diciembre, sopesar la historia que escribí este año y tener en mi haber en los réditos de la vida, saldo positivo en los sueños del mañana.


Para ti, amig@ de mi alma, que llegas a este buzón y encuentras mis cartas nunca escritas, te dejo, el mejor de los deseos...¡VIVIR!.


Me despido de ti quien no puede desprenderse de ti, hasta que pase cada veinticuatro horas del día que te contiene.


Con la ilusión prendada del corazón,


Yo.