martes, 25 de noviembre de 2008

Carta a Batman y Robin


Queridos Batman y Robin:

¡Ah, volver en el tiempo, cerrar los ojos y volver! Que eran los años sesenta.

La televisión aún en blanco y negro y yo viviendo esa década de los Beatles, sin que nos llegara total entre lo citadino y pueblerino , tanta revolución musical.

¡Vamos!, que tenía yo diez años en el mero sesenta y apenas estaba entre el rock and roll y el twist. Entre el hula hula y las contorsiones de cintura que se suponía quedaba afinada de tanto meneo, y supongo que hasta se afinaban, las pantorrillas, las rodillas y el peroné, pasando por el cuello, sin imaginar cómo no me desnuqué, ante tanta maniobra con el aro, resultando un baile circense de competición maravillosa, de quien más hacía y podía hacer girar por el cuerpo los aros de colores.

¡Ah, qué tiempos tan infantiles y a la vez tan de comenzar a desvelar juventud desenfadada!


Sí, eran los años sesenta. Elvis, Chubby, los Rollings, los Beatles, a cual más exótico y más de cambiar el rumbo musical hasta entonces conocido. Y en medio de toda esta evolución, aparecía en la tv una serie que contaba las heroicidades de Batman y Robin, de ustedes, queridos amigos.. No puedo más que sonreír. Los cartones de ¡wow, tock, plash,! etc, que colocaban en las peleas con los malvados, supongo respondían al énfasis que se quería dar en lo fuerte y macho de los puñetazos que se blandían entre el aire y las mandíbulas de los secuaces, del Guazón, Gatúbela, Pingüino o Acertijo, luchando en Ciudad Gótica o a lo mejor no era más que otra revolución técnica propia de la década de los cambios.

No puedo negar que los veía, bueno, pocas opciones diferentes había de canales de tv, si acaso dos o tres en la provincia, así que tocaba enamorarse de lo que transmitían las emisoras. Permítanme decirles, que siempre habrá sobre ustedes, cual espada de Damocles cierta sospecha homosexual. Hasta un tratado sobre ese hecho realizó un psiquiatra muy famoso de la época, el Dr. Frederic Wertham. La verdad, en mi opinión, poco relevante hoy, porque en el XXI , o sea los 2000, parece es ya menos tabú y más de aceptarnos tal cómo somos y aceptar a los demás tal y cómo son (¡ vaya!, sí , que lo sé, hay excepciones, todavía el tabú y la discriminación ronda, la homofobia de algunos aún marca marginalidad) pero, no es de negarse los avances.
En los sesenta , un escándalo entre los adultos-padres, hubiese sido el hablar de matrimonios gays, (¡término sofisticado de ahora!). Así que por ese lado, no tengo nada que decir.

Lo que sí extrañé siempre es la
incredulidad del Jefe de Policía y su teléfono rojo, el que nadie sospechara de la existencia de la baticueva, que guardaba celosamente al batimóvil y a todo un laboratorio fantástico de análisis de los actos criminales, secundado por el mayordomo infaltable Alfred. Luego las tías Agatha y Harriet aparecen para cuidar a Ricardo Díaz y a Robin. La verdad nunca se definió claramente que relación filial tenían ustedes dos.

Lo cierto es que nadie como “Adam West representando a Batman durante muchos años, siempre acompañado por Burt Ward como Robin.
Ambos son verdaderos iconos de los años 60 con sus apretados y coloridos disfraces de carnaval. Lee Meriwether es la felina y hermosa Catwoman. Cesar Romero es Joker con su cara pintada de blanco con algún que otro hueco sin tapar. Frank Gorshin es Acertijo y Burgess Meredith el Pingüino. Cabe decir que en la serie de TV Batman era acompañado también por Batgirl”
(El encomillado en negrita pertenece a la página web Cinema Dreamer)

Y más cierto es la solapada y sublimada ingenuidad con que estos super amigos, vivían sus vidas entre la riqueza de la alta sociedad y el restearse en las calles ante el llamado de la comandancia de la policía, para acabar con los malvados que acechaban la ciudad ,semejante a cualquier capital de ahora. No son quizás mis favoritos, Batman y Robin, espero no se enfaden mucho conmigo, pero…siento debilidad , lo confieso, por Superman , a quien ya le escribí su carta anteriormente publicada. Pero son de una época de mi vida, donde también yo, viví mis propias revoluciones de cambios, de pasar de niña a señorita y terminar la década comenzando la Universidad.
¡Los sesenta! Para unos, década de desenfrenos , de paz y amor, ahogados en alucinógenos. Para mi , como para otros, de vida “zanahoria”, “inocente” y de espectadora con ojos asombrados y maravillados ante la vida que se me presentaba delante de los ojos. Porque siguieron los setenta, la década de los descubrimientos, de mi vida sexual, de la carrera universitaria, del trabajo, del hacerme adulta y responsable total de mi vida de allí en adelante.

Queridos Batman y Robin, de nada valen ya la capucha y el antifaz.

Un beso enorme, de quien siempre sonreirá al recordarlos con sus ..plash, tock, wow…

Yo.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Carta al Silencio


Mi querido y extraño Silencio:

 

 Te escribo esta carta en medio de una tormenta, tormenta cierta,  con truenos y relámpagos, con lluvia que golpea fuerte los techos, que vibran y esparcen sus gotas como pedruscos en un derrumbe o deslizamiento de tierra.

Te escribo esta carta, desde el fondo de mi corazón, donde se produce otra tormenta que hiere mi vida.

Hoy, he estado particularmente triste y no es que sea cosa nueva, esto de la tristeza digo, cuestión que me ha asombrado y hace no me reconozca la más de las veces, porque siempre había sido alegre, porque soy alegre por naturaleza, pero desde hace un tiempo que cuenta años, se instaló en mí eso que llaman depresión. Y bien que está descrito el término, depresión, abatimiento, tristeza profunda, inhibición de todas las funciones psíquicas. Sí, ese querer, saber, que hay un mundo por  hacer y sin embargo, se siente una pesadez en las piernas, los brazos caídos, el ánimo que no permite el andar, los ojos siempre nublados, la vista perdida y perdida la estima que lucha por sobrevivir, en medio de tanto suceso pasado, pasando y por pasar.

Hoy me he sumido en  un silencio obligado por las circunstancias del amor. ¡Qué ironía! Cuando es el amor lo más bullicioso que existe. Pero llega el  momento de las grandes verdades, de reconocer el fracaso, de saber que no puede ser, que no hay vuelta atrás, que mañana en dos, no existe , por lo menos con quien pensaba podía existir. Y se planta el adiós, el dejar y eso para mí en medio del dolor es un silencio de tumba. Lo mejor es que me gustas silencio, pero por raticos. No soporto el silencio impuesto, el de las ausencias, el de los espacios vacíos, el silencio sin voz.

Así que aunque te llamé querido al principio, lo hice en honor, a los momentos en que te necesito para reflexionar sobre algo, o sobre el destino o la vida o la muerte, o la misma alegría de saberme aún aquí y escuchando el ruido de la naturaleza.

Pero en verdad, arrastrando este tiempo que sucumbe en la nada, eres silencio, lo que menos puedo querer en este instante, cuando la lluvia, que cae a raudales, no lava la historia que vivimos ella y yo.

 

¿Me despido de ti?  No creo sea posible. Vamos unidos, aunque no quiera.

Hasta siempre, entonces.

 

Yo.

 

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Al deseo






"Somos muchos los que perdemos la mitad de la vida en desear cosas que podríamos alcanzar, si no perdiéramos la mitad del tiempo en desearlas".
Wodleott


Querido y siempre anhelado deseo:

Pero ¡qué cosas! si ya en mi saludo, estoy dando la mitad casi de tu definición, la que habla del "anhelo de saciar un gusto" según Wilkipedia. Es decir, según entiendo, primero hay que tener un "gusto"; para tener un "gusto" supongo que antes hay de "degustarlo", en otras palabras, "haberlo probado". Significa esto entonces, que sólo deseamos lo conocido, lo probado, lo gustado. Tendrá razón entonces el dicho, "nadie extraña lo que no conoce" , aquí sería "nadie desea lo que no ha probado". Si esto es así, serían pocas cosas las que desearíamos tener, anhelar, procurar, extrañar, conseguir, etc. Porque muy pocos privilegiados, pueden haber probado por ejemplo ¿Caviar? o haber viajado a ¿la China?, o haberse bañado en aguas del Mar Muerto, o qué se yo cuántas cosas.

Yo por lo menos, deseo viajar, porque desde niña, mi padre era un amante de los viajes por Venezuela, he viajado fuera del país, (pocas veces, eh) admito le tomé gusto al avión, sólo que es muy caro ahora viajar en avión , ese deseo de transportarme , aunque sea por mi país cómodamente sentada, (a veces cómodamente, porque hay asientos de aviones y ¡asientos de aviones!), entre nubes, mirando desde arriba la tierra o al mar que se encrespa en sus olas.

Sí, deseo viajar, conocer otros lares, ir a Europa, o al sur de América. conocer amigos que hoy son virtuales, pero que sé son reales y que si nos encontramos, nos abrazaríamos en esa fusión de amistad que da el afecto desde el alma, porque sin vernos, el alma es quien ha hablado, por supuesto, esto es posible, entre seres, serios, maduros y que saben lo que es la vida y lo que se puede esperar de ella.

Siento el deseo de amar, porque he probado el amor, siento las ganas de estar con una pareja y compartir la vida, porque lo he vivido. Anhelo el conocer mucho de lo que he leído en Libros de Arte, visitar Museos, degustar gastronomías de las que he tenido apenas el gusto de hacerlo desde fuera de sus lugares de origen.

Deseo mucho, es verdad, o a lo mejor lo que más deseo, es tener salud y que los míos y los otros, la tengan por igual, así, como cierto bienestar económico, que no los haga padecer de hambre, de cobijo, de techo o medicinas. Estos últimos, son mis deseos primarios, los demás vienen dados por la consecución de estos.

Sin embargo, Wilkipedia nos sigue ilustrando:

"La agradabilidad que conmueve nuestros sentidos, sea por encauzamiento o motivado por vivencias pasadas o por neto reflejo corporal ya sea por objetos materiales, por saber, por personas o por afectos. Siendo el diametral sentido del desagrado parte de la definición personal del gusto, porque al catalogar nuestros gustos definimos los disgustos.
Siendo la consecuencia de uno o más
sentimientos no satisfechos, postergados de forma voluntaria o involuntaria.

El deseo es la consecuencia final de la
emoción inducida en origen por la variación del medio. La cadena causa-efecto que le corresponde es la siguiente: Emoción -> Sentimiento -> Deseo.

El deseo es una maquinación.

A cada deseo le precede un sentimiento, se puede decir que al deseo sexual le precede un sentimiento de atracción: p. ej. Siento atracción hacia ti, ¿te apetece tener sexo conmigo? Las normas sociales actuales hacen imposible que esta frase sea de uso cotidiano, sobre todo por el miedo al rechazo. No obstante, el deseo —sea del tipo que sea— y su satisfacción, forman parte de la naturaleza humana. Satisfacer los deseos de forma adecuada implica el uso de la
empatía para evitar agredir, y en consecuencia, provocar respuestas violentas en personas que, adecuadamente estimuladas, accederían sin problemas."



Alguno de Ustedes, ¿podría desenredar esto?
El deseo es una "maquinación". Debo entender también que es ¿una "manipulación"?


Escucho y he sabido de la noticia de una niña británica de trece años, que ha decidido morir en la paz de su hogar, (los médicos creen podría vivir unos seis meses más) no seguir tratamientos agresivos a su leucemia, a un trasplante de corazón, dañado por las quimio -terapias, recibidas desde los cinco años y que no garantiza una calidad de vida mejor ni más prolongada, además, puede morir en el quirófano. Y ese morir en paz, paradójicamente, va precedido de un deseo, un inmenso deseo de VIVIR sin padecer más dolores, más tratamientos que nada añadirán a su vuelta a la salud. Sus padres la apoyan, y ahora las Leyes.,le han dado la razón .
Esa niña de trece años tiene el deseo de saber lo que es vivir sin médicos, en la paz y el regocijo de su hogar, sin tener nada que ver con moralidades o éticas o rigores religiosos. Simplemente ha decidido, que lo que ha de pasar, pase sin los tratamientos que sólo le causan dolor y sufrimiento.

Y aqui, me quedo, como parada, porque como sobreviviente de un cáncer de mama, me pregunto...¿estaría dispuesta a volver a pasar por todo otra vez?.. Quizás mi respuesta sea que si, porque tuve la bondad en mi salud, de Dios, de mi manera de afrontarlo, de no padecer sufrimientos, ni dolores, ni traumas con el prolongado tratamiento en seis meses de quimio y radioterapia, después de una mastectomía radical. Sin embargo, no tengo hoy los cincuenta de ayer y eso, pesa.
Querido deseo, después de pensarte mucho, creo, me quedaré en el simple deseo, de amanecer cada día, dar gracias a Dios, mirar los ojos de quienes me aman y amo, hablar con mis mascotas, mirar el paisaje que me rodea, saborear el pan de cada día, percibir los aromas del jardín y de la sierra, atrapar rayos de sol y verlo partir en cada ocaso, con la esperanza y el anhelo de que mi memoria no me falle más allá de lo normal por los años, para en la siguiente aurora, saber que soy y estoy.


Sin dejar de desear siempre lo mejor, no me despido, no puedo.
Yo.