lunes, 25 de agosto de 2008

Carta al Espejo




Mi querido Espejo:






¿Espejo o espejos? Es que hay varios en la casa y por un extraño sortilegio, cada uno parece devuelve imágenes de mujeres distintas. Uno, a una mujer más "rellenita" , otro , a una más "delgada" y hasta a una, un poco "recortada". Mmmmm, creo te escribiré a tí, Espejo de mi cuarto, de mi habitación, el que me mira desnuda al salir del baño, o cuando me visto o cambio de ropa. El que delinea mi rostro silenciosamente y sin embargo escucho el correr del tiempo sobre el azogue y la arena que me refleja.

Creo te escribiré a ti, el que retorna la figura de un cuerpo donde todo va "en caída libre y sin estación de parada". A ti, al que a veces ni miro de frente, no porque tema lo que encuentro, si no porque alguna vez llora conmigo y una lágrima corre furtiva aún sobre él, o porque no encuentro una parte de mi cuerpo que se quedó atrás, en el pasado; a ti, quien me habla de una mujer, que no reconozco a veces, que miro con atención y no encuentro a la que vive en mí.
Te escribo esta carta Espejo de mi cuarto, donde tantas veces me he recostado sobre la peinadora que te contiene, sacudiendo mi cabeza, tratando con el gesto, echar al viento todos los males que en tropel, a veces me aquejan.

Y es que eres, tan de estar conmigo y con todos. Tienes el misterio de quien te mira y queda atrapado en ti. Devuelves mil rostros, muecas, giros de un cuerpo que se mira según se siente. Que se viste según se cree, que se imagina lo que dirán los demás, después de verse elegante, encantador o encantadora, según sea el caso. Porque el ser humano, -mira qué cosas-, es tan extraño, tiene tantas visiones de si mismo. Se planta frente a ti y se ve como se figura es, sin escudriñar la realidad de un rostro, un cuerpo que acusa los años que no perdonan y la vanidad de vanidades, siendo todo vanidad, te hace creer que todos admirarán lo que tú ves en ese espejo tuyo, que te habla según el idioma que le enseñaste.

Te escribo esta carta Espejo mío, porque hoy he descubierto que puedo mirarme por dentro sin mirarme en ti, y al hacerlo encontrar a todos los otros yo, que encerré en mí cual espejo de Alicia, o historia encantada, al guardar a cada ser reflejado en mí, como si yo fuera parte de ellos, resultando ser, parte de nada, porque nada fui, por lo menos de algunos. O de alguna, que me iportara más.

Te miro con nostalgia en este momento, no por añorar años idos y juventud vivida, ¡no!, que feliz y amante soy de mis años, con mis lineas de expresión o lo obesa que pueda estar. Pero te miro con la melancolía innegable, de saber que mañana, ésta que hoy amaneció con el amor goteando en los labios, ya no será más en el retrato que guardarás, misteriosamente, detrás de ti.

Si alguna vez, espejo mío, vuelves a mirarme con una sonrisa estampada en el rostro, por favor, sílbame antes de partir, para saber que la felicidad al fín me hace guiños, porque encontré la verdad en el sentir.

Se despide de ti, quien aunque no quiera, te tiene delante reflejando tal vez a una, que no soy yo.




martes, 19 de agosto de 2008

A ti, a quien llegas aqui, a denigrar de otros


Jamás creí fuera necesario escribir una nota como esta, en este espacio dedicado, al más puro sentimiento de escribir unas cartas que se quedaron en el tintero de mi vida, o que van surgiendo según va pasando el vivir.

Me he visto en la necesidad de borrar comentarios ofensivos, en uno de los posts aqui expuestos. En una mis cartas. Usuarios, lectores que ofenden a otros. No me gusta moderar comentarios, y no lo hago porque nunca sé si podré autorizarlos todo el tiempo, no sé lo que me pueda ocurrir, por tiempo largo o por tiempo corto o simplemente, porque desaparezca de la faz de la tierra, porque llegó mi día de partir.


Por eso te pido a ti, a quien llegas, -no con el deseo y el gusto de leer unas cartas escritas al vuelo de una pluma-, que recapacites en la actitud nada cónsona con escritores o amantes de la palabra que se recrean en ella. Las cuestiones personales, se dirimen precisamente a nivel personal e íntimo, no ofendiéndose públicamente y ofendiendo a quien de buena fe, entra a esta casa a disfrutar, discutir, dejar su parecer, sus criterios válidos, sus comentarios sobre el impacto que deja mi sentir en estas cartas que nunca escribí.


Pido, respeto y consideración a quienes considero, adultos y seres capaces de dirimir sus diferencias en el plano que corresponda, en lo privado y nos permitan a los otros, seguir disfrutando de estas palabras que van en vuelo de una carta con destino cierto: a ti, amigo lector, a ti, amor de mi vida o a ti, ser que eres mi amigo en el prójimo que somos.
(Aclaro , no es a mi a quien van dirigidos los comentarios. Tomaron una de mis cartas, para insultarse, denigrar, entre lectores del blog, los cuales dan la impresión, se conocen y toman este espacio o cualquiera, -imagino-, para dejar comentarios soeces sobre ellos mismos, tipo venganza de "algo". Es realmente inadmisible, conductas de este tipo, y ruego no tomen este espacio, que es de todos, es cierto, pero es de todos, con el mayor de los respetos, del uno, para el otro.)


Muchas gracias.



martes, 5 de agosto de 2008

Carta al Adiós y una Carta que me llegó de una amiga, a su amiga Teresa, ante la muerte de su madre.




Mi siempre presente Adiós:


¡Qué locura parece esta! Escribirle al adiós una carta, ¿de despedida?. La verdad ni comprendo bien lo que estoy haciendo, sólo sé que hoy un adiós me pesa en el alma, y , lo más triste, me pesa en la nada. En este 2008 he tenido dolorosas pérdidas, sobre todo la de mi padre a comienzos de año. Una pérdida de esas en la que una entierra junto con el ser que le dio la vida: un trozo de la carne, un torrente de sangre, una parte de corazón y un mucho de alma. Pero aunque parezca un desatino, el dolor ha sido menguado por la convicción del presagio de sus años y el saber que desde hacía algunos, vivía por la gracia de Dios.

He tenido a lo largo de mi vida adioses que me han marcado para siempre, amigos que han partido muy temprano, mascotas amadas y amores que se esfumaron en medio del "hasta aquí llegamos". Hasta he tenido que despedirme de partes de mi cuerpo, de mis entrañas, de un seno, las muelas del juicio, inclusive de las amígdalas. Son pérdidas, son adioses también y si no, que me lo diga el espejo, cada vez que desnuda estoy frente de él.

Sin embargo, he podido superar todas esas despedidas, con entereza, con valor, y hasta con alegría algunas, las del quirófano por ej., me han salvado la
vida.
Lo que me ha costado un mundo, es superar el adiós del amor en este otoño que me habita.
Y hoy....hoy más que nunca, he sentido esa daga que venía traspasando mi ser lentamente con un dolor, callado, nublado en mis ojos llorosos, en
el gemir sin escándalo alguno. Porque cuando grito, vocifero, entro en cólera y digo ¡adiós!, ni siquiera lo estoy sintiendo de veras, no deja de ser una "pataleta" que luego, pasa, y pareciera la ternura se instalara de nuevo en mí con más fuerza. Pero desde ayer y hoy como colofón, este adiós, se hizo silencio y supe, que me despedí de ella, sin un grito, sin llamarla y dejarle un mensaje de voz de esos que revientan a cualquiera, sin escribirle que la odiaba, cuando en realidad le gritaba ¡te amo!...hoy...por una extraña razón, al fín comprendí que este adiós es una salvación para las dos.

De esta manera, siempre esquivo Adiós de los hombres, construido de mil razones, agazapado en las encrucijadas de todos los caminos, asaltante que roba al indefenso sus tesoros guardados por años; espada y estoque, redención y salvación, muerte y desamparo, te escribo para aunar en tu largo peregrinar, uno más que me destroza en vida, dejándome indefensa , vulnerable, en estos años donde la soledad, puede ser un espacio deseado, como también, una cárcel indeseable.
Mil cosas tengo por hacer, sin embargo, a ti mi Adiós de hoy, te debo el labrar un jirón del tiempo que me queda por vivir, con las manos vacías y los brazos yertos ante la falta del ser con el cual creí, (siempre ilusa de mí) terminaría sembrando un jardín y cosechando un huerto.

Me despido de ti, mi Adiós perenne y compañero fiel de mis andanzas por la vida, hasta la próxima pérdida de un alguien, un algo o de mi misma
, pero te dejo, con la convicción del duelo que pasará, del tiempo que coloca sus apósitos en las heridas que va dejando su propia despedida y el resquicio, por donde siempre pasará, el haz de luz de todas las alegrías.

Atentamente, Yo, la que se queda.





Querida Teresa:


Adiós es un término que no acierto a catalogar.
Aún no sé si es:
un gesto que designa un espacio donde enmarcar la lejanía,
un silencio donde la soledad permite el análisis profundo o la valoración exacta de “X” persona con quien ya no estamos,
o una puerta hacia otra dimensión.
No sé incluso si es un concepto definitivo, temporal o exclusivamente singular.
Dentro de las categorías filosóficas Tiempo y Espacio donde ubicar al Adiós.
¿A dónde pertenece…? ¿A las dos…?
Hace poco leía el escrito de una amiga, una gran amiga dicho sea de paso, que dirigió una epístola al vocablo. Una sentida carta a todos los Adioses que exacerbó este eterno conflicto que no logro resolver muy a pesar mío. Incluso he llegado, claro que por momentos, al absurdo de creerlo un ardid de poetas, novelistas, escritores en fin - y créanme me incluyo - utilizado cual recurso del método para la tristeza, un regodeo para las almas que gustan del melodrama húmedo y conspicuo.
Pero después comienzo a desandar la idea, porque otros hay que sin pertenecer al gremio, se sumergen en el mar del Adiós zambulléndose hasta tocar fondo en franca flagelación de otros sentimientos igualmente importantes.
¿Qué es en definitiva el Adiós? ¿Qué es lo que desde el punto de vista semántico, se plantea? Interjección que se emplea para despedirse, que denota que ya algo es irremediable, para designar un daño o sorpresa desagradable.
Etimológicamente formada por el prefijo “A” que implica negación y “Dios” que significa para el monoteísmo: ser supremo creador de todo cuanto existe y para el politeísmo: cualquiera de las deidades de su religión. Podríamos también pensar que quiere decir “sin Dios”.
Hoy leyendo a mi amiga creo que bien pudiera aceptar en principio esta denominación porque el Adiós produce en algunos momentos un dolor tan intenso, tan profundamente desgarrador, que se convierte en la negación tácita y absoluta de la existencia de algún Ser Supremo, hay Adioses que te lanzan a punta de pie del Paraíso y parecen dejarte sin posibilidades de regreso.
Otras veces vuelvo sobre la idea y creo que en eso de Dios hay una fuerte propensión de algunos (quiero ser prudente) al ejercicio del endiosamiento, si endiosamos a alguien y luego por las razones que sean, válidas o inválidas, nos quedamos sin ese Dios cárnico, asequible, si somos sacados de su diestra, ese adiós es sinónimo de invasión de tropas élites con órdenes de combate de tierra arrasada.
Yo, como todos, me he separado de personas, de partes y de cosas, desde aquella muñeca patilarga de mi primera infancia con la que aprendí que puede ser la madre más pequeña que el hijo (me sacaba una cuarta), hasta de un hijo, que yo dejé a una mía, en las mismas entrañas de la tierra una mañana tibia de Septiembre, en que el Sol por vergüenza de mi pena corrió a esconder sus rayos tras las nubes. Desde entonces, no, desde mucho antes, desde mi adolescencia cuando dejé a mi madre en ese mismo sitio, comencé a preguntarme si el Adiós es una connotación que damos los inexpertos mortales al desconocimiento en una incómoda mezcla con el Ego.

Cuando amamos a alguien queremos tenerlo al alcance de la mano en un movimiento mecánico e intrascendente. Queremos saber que está ahí, justo donde sabemos que podemos mirar para encontrarlo. Nuestro ego, funesto, exige la perpetua e inamovible imagen a la vera del camino, pero del nuestro.
En el ya extenso trayecto de mi vida, de tramo en tramo, personas muy queridas transformaron su forma de presencia, mutaron, cambiaron su apariencia, dejaron de ser tangibles a simple vista, estableciendo el consabido adiós dolorosamente desolador por esa pérdida de apellido definitiva. Sin embargo hoy estoy convencida que el Adiós es un término que no siempre utilizamos correctamente, lo empleamos por extensión indebidamente, porque
-cuando nos separamos de alguien por razones de viaje por cualquier motivo que sea, esta persona o nosotros es posible que regresemos algún día, aún cuando en el momento de la partida no se considere probable.
-Cuando perdemos algún miembro o parte de cuerpo no deberíamos decir Adiós, sino darle ¡Gracias a Dios! por la sobre vivencia del resto, por la vida que nos dejó, que nos ha permitido mantener a salvo y sana.
- Cuando perdemos a alguien en esa ley inexorable de la vida que no se ajusta a leyes especificas, que se ejecuta sin restricciones legisladas, que libérrima ataca a cualquier tiempo a nuestros ojos inexpertos y egocéntricos.
El Adiós es un hito que marca una nueva forma de existencia, es una puerta que se abre a otra dimensión, es la metamorfosis en la cual abandonamos el cajón que nos recubre hasta que estamos listos para desplegar nuestras alas en un estadio superior del espíritu y entonces ni nos vamos, ni perdemos, comenzamos a convivir cual mariposas invisibles de una forma diferente por los siglos de los siglos.


Luisa.

sábado, 2 de agosto de 2008

Transcribo un bello mensaje y regalo sin igual de una mujer enamorada de la vida y del ser humano. Con tu permiso INCOMBUSTIBLE/LUPITA MUNGUÍA


TATA YUYU
PARA QUIEN ES UNA RAMA EN NUESTRO ÁRBOL DE LA VIDA
(si hahcesclick en el Titulo vas directo a la hermosa página de origen)


LA EXPLICACIÓN:

El "árbol de la vida" es una artesanía del Estado de México. Representa las raíces que diversas culturas, familias y conceptos, tienen como antecedente. La imagen que acompaña esta entrada, en su caso, trata de representar las raíces de diversas culturas. Basada en este concepto, quise hacerle un regalo a los primeros lectores y comentaristas de mi blog. Desde luego no se trata de ningún premio...es más bien un regalo para agradecer la gentileza de tomarse el tiempo de pasar por aquí, leerme y dejarme esos abrazos, en forma de comentarios. Junto con el Tata Yuyu, les dejo el siguiente escrito, que espero les guste:

Alma de agua, corazón de fuego
soy errante
Nómada de etéreo deseo
que vuela
sin alas en busca de un sueño
navegando lunas en
Manhas de invierno.

Encontré un roble , en mi Reyno de Hayas
donde habita unA hada, fresca como el agua,
que siembra y regala poetas y rosas
mi ninfa traviesa, mi ninfa
Driada

Hoy dice el periódico que La vida en danza
se baila mejor si es acompañada
la suma de dos fragmentos de Eliana
completan mejor este panorama.

Cecilia en el balcón , observa y suspira,
s
u mirada atenta capta otras ventanas
donde los poetas miran a distancia
cómo, en el colegio, sueña
Titofarpas.

Con las cartas que nunca escribí
tapizo recuerdos pasados , presentes
de música, sabores, lugares y gente
con quien la fortuna me hizo coincidir

Con la venia de mi ego, queridos amigos
a
Calle Tabernillas me voy de paseo
ahora preciso de apropiarme un verso
si ustedes desean, nos veremos luego.


PD:

Para que la espera no se sienta vana
y estén más fresquitos, a la sevillana,
les ruego visiten una linda tasca
que uno de allá el nombre señala
pasen a sentarse en
El bló de Moe de Triana

GRACIAS A TODOS POR HACERME MÁS LLEVADERO UN VERANO LLUVIOSO DE NOSTALGIAS Y DE SUEÑOS



TATA YUYU
PARA QUIEN ES UNA RAMA EN NUESTRO ÁRBOL DE LA VIDA