Carta al hijo de mi hija que nunca tuve
Sí, lo sé, parece una locura escribir doblemente una
carta a dos seres que nunca han sido en mis entrañas. Lo que no es una locura,
es que sí han existido en mi corazón.
Por esa razón, mi niño bonito, te escribo esta carta que
nunca escribí.
Aunque no lo creas, te conozco desde siempre, desde que
me vi en los ojos de tu madre cuando los abrió, nada más nacer. Porque ese día
naciste con ella. La palabra mañana, tuvo significado, siendo entonces, cuando
la esperanza se aposentó en mi regazo y en el regazo de tu madre.
Naciste varón, (no te enojes,
pero esperaba fueras niña), y al ser varón, recuerdo un estupendo libro que leí
varias veces tiempo ha, de Oriana Fallaci: Carta
a un niño que no llegó a nacer, de donde extraigo este resumen que siempre
me ha encantado:
“Serás un hombre o una mujer? Quisiera que fueses
mujer. Ser mujer es fascinante, es un desafío que nunca llega a aburrir.
Tendrás que batirte para demostrar que dentro de tu cuerpo liso y redondeado
hay una inteligencia pidiendo a gritos que la escuchen. Te cansarás de gritarlo
y, a menudo, casi siempre, perderás.
Pero no debes desanimarte, batirse es mucho más
hermoso que vencer; viajar, mucho más divertido que llegar. Sí. Espero que seas
mujer; no me hagas caso si te llamo niño.” “Pero si naces varón, me sentiré
igualmente contenta y tal vez más, porque te verás libre de muchas
humillaciones, de muchas servidumbres, de muchos abusos. Naturalmente, te
corresponderán otras esclavitudes, otras injusticias; tampoco para un hombre es
fácil la vida, ¿sabes? Y sin embargo, o precisamente por eso, ser hombre
constituirá una aventura maravillosa, una empresa que no te decepcionará jamás.”
(Y todo porque tienes cola delante)
Así que mi niño, te tocarán fuertes batallas, te
exigirán rudeza, te dirán que los hombres no lloran, que la ternura es cosa de
niñas, de mujeres románticas, que esperan siempre estar enamoradas más del amor
que de alguien. Pero no te engañes, ni permitas te engañen. La ternura también
es cosa de hombres, llorar también es cosa de hombres, ser débil no es un
defecto, si esa debilidad te hace ser mejor ser humano, porque te emocionas,
porque siendo consecuente contigo y tus sentimientos, esa debilidad te hará fuerte,
capaz de aprender, de diferenciar lo bueno de lo malo y podrás forjar un mejor destino para ti, aunque en el
camino cometas muchos errores. Ya enmendarás la plana, que para eso sirven los
errores.
La vida es el don que nos regala el Hacedor, vivir,
es el compromiso de honrar esa vida que nos fue dada.
Así que mi niño, no escribiré para ti decálogos,
tratados, guías o libros de autoayuda. Irás creciendo, aunque te duela, pero
más te dolerá no crecer y para ayudarte en ese crecimiento, estamos todos los
que te amamos desde antes de saber tu sexo, tu nombre.
Te amo, mi niño bonito, con ojos de auroras y
fulgor del más grande amor, jamás sentido.
De ti y por ti siempre,
Yo.
Pd. Esta carta te la hubiera escrito, si hubiera tenido una hija y mi hija un hijo que fuera mi nieto.