Carta al Recuerdo
“Y haciendo un poco de historia,
nos volveremos atrás,
para recordar la gloria
de mis días de chaval”
( Profecía. Rafael de León)
Querido Recuerdo:
Al recordar los versos de Rafael de León
en su Profecía, de alguna manera siento que la memoria es algo así como “los
ojitos de mi mare”, centinela de la vida. Porque la vida es una, pero vivir es
mucho. En ese vivir, la mente abre
parcelas y parcelas donde guardamos los recuerdos, aunque en algún momento
sintamos que los estamos perdiendo y caemos en la angustia de no recordar un
nombre, unas palabras, un rostro, algún hecho que hasta hace poco nos llenaba la
mente y hasta el corazón.
A veces, saltan en tropel, entonces,
caemos en ese embeleso de extasiarnos con la vista fija, perdida, viendo sin
mirar, porque tenemos las pupilas llenas de recuerdos.
Y te escribo, recuerdo, porque serás olvido sin yo
quererlo, porque algún rostro será una fotografía color sepia, porque alguna
melodía me traerá la luz de un farol de media noche en unos ojos en los que me
perdí; porque unos versos serán las palabras que he repetido para superar el
dolor de la pérdida, de la ausencia, de los silencios lapidarios; porque un aroma se quedará en mi piel
recordando otra piel que fue mi abrigo. Para entonces, ya habré perdido el
equilibrio de mis piernas, la claridad de mi voz que fue voz del eco del
horizonte que diviso desde aquí, mis manos apenas sostendrán un lápiz y su
trazo será inseguro, simulando los caminos de las montañas. Mis ojos, apenas
sabrán mirar hacia dentro, porque no habrá una lente suficiente para mirar
hacia afuera y quizás, estos recuerdos que me avasallan hoy, serán el olvido
que llevaré hasta el final de mis días.
Querido recuerdo, lástima vana, saber
que alguna vez te perderé, aunque sé que es el ayer lo único que en realidad nos pertenece en
el tiempo, lo demás, son profecías,
presagios, intentos de vida, ilusiones, proyectos, sinos sin destinos ciertos.
Por eso termino con otro fragmento de Rafael de León:
“Y mientras que tu cantabas,
yo inocente, me pensé
que nos casaba la nana
como a marío y mujer.
¡Pamplinas! Figuraciones
que se inventan los chavales;
después la vía se impone:
tanto tienes, tanto vales.
Por eso yo, al enterarme
que llevas un mes casá,
no dije que iba a matarme,
sino que me daba igual”
Hasta siempre, y siempre, querido
recuerdo.
Yo.