Estimado y siempre presente amor de la vida o de mi vida o al hombre, mujer, mascota, ser de mi vida:
¡Sí! Toda esa confusión pervive en mí. Tengo horas preguntándome por la mujer, hombre, ser...de mi vida. Ese ser que se transforma en la palabra amor y mejor, en el verbo amar. Me he estado preguntando, cuál de los que he llamado amor, es ese inmenso amor que marca, tatúa el sentimiento y lo hace eterno en carne y hueso.
Me retrotraigo en el tiempo y aterrizo en todos y cada uno de ellos, con sus etapas, sus particularidades, con las emociones que surgieron, con los sueños que se forjaron, pero también con los desengaños, los boleros tristes que he cantado desde entonces, desde alguno; con los tangos que han descrito alguna de mis historias, los poemas que he leído una y otra vez, lagrimeando, porque son espejos de mi alma.
He tratado de ubicar a la mujer de mi vida, al amor de mi vida, a ese que jamás podrá ser olvido y que siempre será el que marcará todos los caminos de mi ayer para mañana. Y ha sido inútil. Porque aunque diga como Andrés Mata, "puede el último amor ser el primero", justo el último ha sido desde el si quiero, un eterno adiós. Lo triste de esta historia es que ya el tiempo corre en sentido contrario y ya no hay andenes, ni trenes que lleguen a recoger todo lo que queda de mí. No hay pasado que regrese, y si alguna puede ser llamada el eterno amor de mi vida, tampoco será la mano que sostendrá la mía, cuando tenga que partir.
¿Triste, verdad? Pero es una cruel y atroz realidad, que me está costando sangre asumir, aceptar. De nada vale lo que haga y diga, siempre huirá el último, (el miedo jugó desde el principio en "nuestra contra" tu miedo, no el mío) y el primero, junto con los intermedios, siempre serán grandes amores, pero siempre ausencias.
¡Cuán difícil me resulta mirar una fotografía, encontrarme con alguna de repente y declarar , tú , eres y serás el amor de mi vida!
A veces la soledad, es la sabia maestra de la vida.
En presentes ausencias, de ti se despide, con la misma incertidumbre y pena profunda;
Yo.
He tratado de ubicar a la mujer de mi vida, al amor de mi vida, a ese que jamás podrá ser olvido y que siempre será el que marcará todos los caminos de mi ayer para mañana. Y ha sido inútil. Porque aunque diga como Andrés Mata, "puede el último amor ser el primero", justo el último ha sido desde el si quiero, un eterno adiós. Lo triste de esta historia es que ya el tiempo corre en sentido contrario y ya no hay andenes, ni trenes que lleguen a recoger todo lo que queda de mí. No hay pasado que regrese, y si alguna puede ser llamada el eterno amor de mi vida, tampoco será la mano que sostendrá la mía, cuando tenga que partir.
¿Triste, verdad? Pero es una cruel y atroz realidad, que me está costando sangre asumir, aceptar. De nada vale lo que haga y diga, siempre huirá el último, (el miedo jugó desde el principio en "nuestra contra" tu miedo, no el mío) y el primero, junto con los intermedios, siempre serán grandes amores, pero siempre ausencias.
¡Cuán difícil me resulta mirar una fotografía, encontrarme con alguna de repente y declarar , tú , eres y serás el amor de mi vida!
A veces la soledad, es la sabia maestra de la vida.
En presentes ausencias, de ti se despide, con la misma incertidumbre y pena profunda;
Yo.