martes, 26 de mayo de 2009

Carta al Baúl de los Recuerdos





Querido Baúl:

¡Vaya con estas nostalgias! Por ese andar acomodando cosas en mi habitación, me topé contigo. Te miré largamente, acaricié tu tapa, quitando restos de polvo. Miré la cerradura, que no es tal, es esa bisagra larga que guarda el candado pequeño y en este caso abierto. Nadie más que yo hurga en mis cosas.
Te abro, tratando de recordar lo que ha merecido guardarse allí. Mucho más, seguro, ha debido o debe estar allí. Pero es el baúl de los años de antaño. Encuentro fotografías, familiares, mías de recién nacida, me asombra ver a esa pequeña, soy yo y sin embargo tomando el sol en el jardín de la casa que me vio nacer, sobre esas mantas, sólo miro a una bebé que ya despuntaba robusta y parecida a mi padre. Me cuesta pensar soy la misma, claro , allí en proyecto de absorber lo que la vida en mi vivir, me tenía deparada.
¡Oh, qué lindo! estaba aquí, la fotografía que atrapó en el tiempo la primera vez que vi al mar, ver el Lago de Maracaibo, cruzarlo en sus ferrys era ya un asombro. Mirar el mar, otear su horizonte, aspirar su aroma, caminar sobre la arena cálida de esa playa,litoral y famosa de entonces, me hizo comprender a mis pocos años, que existen inmensidades que los ojos no pueden captar.
Más fotografías, de mis padres, hermanos, tíos, ya casi todos los tíos nos han dejado, como los amigos del alma que allí también están atrapados en el tiempo.
Estampitas de santos, papelitos con pensamientos, una agenda con mis primeros escritos; lápices que ya ni madera tienen, mi primera pluma. Dibujos que hice y que nunca quise tirar; recortes de periódicos, revistas, todos, doblados cuidadosamente.
Encuentro, amores que fueron, que son hoy esa otra parte de mí indisoluble. Allí están, junto con una servilleta y un poema escrito en ella, una declaración de amor con dibujitos de corazones, aquellas cartas que me escribieron. La letra de las canciones que me dedicaron un día. Lazos de algún regalo, junto con las cajitas forradas en papeles lustrosos. El pasaporte caducado de un viaje hecho fuera del país. Unas monedas, (colecciono monedas), como colecciono promesas. Si, por extraño que parezca, en mi baúl, encontré revoloteando miles de promesas que me hicieron y quedaron no cumplidas y algunas otras que yo no cumplí. Allí están. Promesas de matrimonio. Promesas de “vámonos, toma mis manos” o de “esto es para siempre”, dicho de parte y parte, sin pensar que el siempre no existe.
Lo extraño es, que sin abrir el baúl, sin guardar nada más, aparecieron nuevas promesas, ilusiones que se han ido rompiendo y entonces, encuentro jirones de vida, trozos de corazón, una botellita en cuya etiqueta se lee: “lágrimas”. Busco más hacia el fondo y sí, también está la cajita de las risas, carcajadas, felicidad sentida antes de cada promesa incumplida o las llevada a cabo.
Te contemplo Baúl, con singular esmero y con la nostalgia llenando mis pupilas. Vuelvo a acomodar lo que fui sacando, quizás alguna ilusión se haya escapado, a lo mejor se evaporaron algunas lágrimas, como también es posible que el sonido de las risas haya aumentado para acallar el silencio.
Termino mi tarea y acabo por cerrarte, sin candado, con la esperanza abierta de que en algún momento, vuelva a abrirte y al hacerlo, encuentre el amor sonriéndome y en las palmas abiertas, cara al sol, todas las promesas.

Me despido de ti, querido Baúl, no sin antes recordar la canción que llegó a mi memoria cuando te encontré:


El baúl de los recuerdos


Que poco significan las palabras
uuuh
Si cuando sopla el viento se las lleva tras él
Y quedan solamente los recuerdos
uuuh
Promesas que volaron y no pueden volver

Vive siempre con ilusión
si cada día tiene diferente color
Porque todo llega a su fin
después de un día triste nace otro feliz

Buscando en el baúl de los recuerdos
uuuh
Cualquier tiempo pasado nos parece mejor
Volver la vista atrás es bueno a veces
uuuh
Mirar hacia delante es vivir sin temor

Los recuerdos son el pasado
Cuando queda tanto por andar
Uuuuuh

Buscando en el baúl de los recuerdos
uuuh
Cualquier tiempo pasado nos parece mejor
Volver la vista atrás es bueno a veces
uuuh
Mirar hacia adelante es vivir sin temor

Si cada día tiene diferente color

Después de un día triste nace otro mejor

Buscando en el baúl de los recuerdos
uuuh
cualquier tiempo pasado nos parece mejor
Volver la vista atrás es bueno a veces
uuuh
Mirar hacia delante es vivir sin temor

Si cada día tiene diferente color

Después de un día triste nace otro mejor
Vive siempre con ilusión
si cada día tiene diferente color
Porque todo llega a su fin
después de un día triste nace otro feliz
Vive siempre con ilusión
si cada día tiene diferente color…
Fuente: musica.com
Karina


Te guardo con todo mi amor,
Yo

jueves, 14 de mayo de 2009

Carta a la niña que fui


Amada niña de ayer no más:


Te escribo desde la nostalgia, desde este hoy que me ha arrancado jirones de alma, dejado marcas en la piel, muestras del renacer en cada entrada a un quirófano, un sobrevivir sobre la marcha de los diagnósticos.
Te escribo, desde mi casita de muñecas, con cocina que cocinaba de verdad, con unos tizones cuadrados blancos que parecían terrones de azúcar. Donde mis muñecos bebés nunca crecían y las que llegaban grandes fueron también hijas, hermanas, alumnas, pacientes, amigas, compañeras inseparables, confidentes de quién sabe cuánta pena una niña puede sufrir.
Te escribo desde mi libro Mantilla, de pasta dura, donde aprendí a leer y desde donde amé cada palabra que me llegaba en todo relato aleccionador que allí moraba, con sus imágenes de principios de siglo XX, los que me hacían soñar en ser como los niños buenos que relataban historias filiales, o como el maestro sabio que daba lecciones de vida en la bondad de una inocencia y el respeto inmenso hacia el prójimo, hermano que la vida nos va regalando.
Te escribo niña de ayer no más, desde mis cuadernos y sillita de cuero, que tenía en la “escuelita paga” de la maestra vecina y jubilada, que no se resistía a dejar de enseñar a leer y escribir a quienes dejaban a su cuidado, y para mí, que contaba con sólo cuatro años, era como un pre-escolar de hoy, pero desde donde salí, escribiendo de corrido, dejando atrás los palotes y las “o” redondas como soles.

Te escribo, desde mi habitación, donde mi cama fue escritorio muchas veces de los relatos que escribía después de leer alguna poesía que me hacía saltar lágrimas o una novela que hablaba de amores imposibles, donde María era la protagonista que moría sin su amado Efraín a su lado. Si hubieras sabido Jorge Isaacs, las veces que releí capítulos de tu maravillosa novela.
Te escribo desde Gallegos, Uslar Pietri, Andrés Eloy Blanco, Juan Antonio Pérez Bonalde, Otero Silva, Guillermo Meneses y la inefable Teresa de la Parra con sus Memorias de Mamá Blanca y su hermosa Ifigenia. Te escribo desde un interminable corrillo de escritores que dejaron mella en mi ser por siempre.


También te escribo desde mis sueños de hacerme religiosa, misionera en África, o en la propia patria sirviendo a Dios en los que nada poseen.


Pero sobre todo, te escribo desde mi inocencia, desde ese punto que sembraron en mí y que cultivé para siempre, en el creer sin falta en el ser humano, en la verdad, en nunca engañar y ser cómo soy, para ser como me enseñaron ser.
Hoy arrastro los abrojos que he encontrado en los caminos, los desencantos, los desamparos, mis iras, mis miedos, mis fracasos y victorias, la vida toda en el vivirla siempre tratando de no perder ese resto de inocencia noble que me hace decirte…a ti, que me lees ahora, te amo, aunque no te conozca de nada, pero baste saber que existes, que en mi palabra me reconoces y te reconoces, para hacerte parte de mí.

Te escribo niña de ayer no más, con el peso de este otoño solitario y doloroso, pero con los ojos llenos de mariposas de todos los colores, los oídos ensordecidos con el canto de cigarras y el chacharear de loros y guacamayas que andaban por las cercas de los patios de todos los vecinos, de la manzana del campo petrolero donde nací y crecí, para hacerme esa educadora de mi libro Mantilla y esta relatora de sentimientos en cartas nunca escritas.

Te escribo sin despedirme de ti, mi pedazo de niña de ayer, que aún habita en mí.

Te quiero,
Yo.


martes, 5 de mayo de 2009

Segunda Carta a los Pronombres (Tú, Él, Ella, Nosotros, Ellos)




Segunda Carta a los Pronombres (Tú, Él, Ella, Nosotros, Ellos)


Mis amados Pronombres Personales:

Los he reunido en una sola carta para seguir la saga que dejó el yo en mi escritura nunca escrita. Así hilo con todos, lo que he guardado siempre en mí.

Amado Tú:

Tú, segundo pronombre, primero en la lista de las preferencias, de lo inmediato, mediato. Primero en el andar conmigo y ser Tú y luego Yo, y después los demás. Tú, quien me ordena, me conduce por los caminos tomados de las manos siendo Tú, aunque segundo en la conjugación de todos los verbos, el que esclaviza o el que redime en todos los actos del vivir del Yo que soy Yo, o de Él o de Ella, o de Vosotros, convulsos seres enredados en el ovillo de la vida.
Tú, quien mora en la luz del salir airoso ante la tragedia, por ser primero sin importar los después. Tú, quien firma antes, quien se sienta en el asiento único y vacío de la sala de espera, del ómnibus o te pares delante de la puerta abierta para que pases Tú y luego Yo que soy tu sombra.
Tú, quien marchas primero, quien sales corriendo desde los pronombres del segundo lugar para llegar a la meta de todos los sentimientos, te encadenas a mi Yo para ser dos, pues sin mí, la vida en los pronombres pierde el significado del…Nosotros.


Tú, el grande e inconmesurable otro yo, desprendido, ególatra a veces, hermano, amigo, gemelo, mancuerna de mí, aramos surcos en el andar por el tiempo.

Queridísimos Él, Ella:

Él, Ella, tercer pronombre, terceros seres en la vida de cada quien.
Él, Ella, los otros próximos a uno, los que se señalan constantemente y rondan en nuestro entorno, como luciérnagas, mariposas , como moscas a veces.


Él, Ella, quienes están allí, alejados y cercanos, al lado, detrás, delante, pero allí, dejándose sentir; porque sin el él o la ella, no somos en la pareja que nos procrearon; sin él y ella, no existimos, aunque a veces quisiéramos echarlos de nosotros, por ser los que nos fustigan, los que nos amagan, los que nos acorralan. Claro que en otras tantas, son los que nos aman o los que se acuestan con uno, los que nos dan los hijos o los que simplemente amamos u odiamos hasta la locura.
Él, Ella, tercer pronombre que por ser dual conviven en la conjugación de los verbos de la vida.

Bien amados Nosotros:

Nosotros, el Yo en plural, el Yo multiplicado en todos, en los nuestros, en los otros.
Nosotros, el conglomerado, el cónclave, el mitin, la bullaranga, el silencio, la iglesia, la secta, la sociedad, la comunión.
Nosotros somos el todo de la nada andante, del sufrir, de la alegría, del saberse muchos cuando se es poco, de saberse nada cuando se es todo.
Nosotros, los que hacemos el pueblo, los que somos la patria, los que hacemos y somos los hijos, padres, generaciones enteras, los que somos, el Él y la Ella que forjamos un mundo de melancolías o de carcajadas.Nosotros los que vivimos lejos de Ustedes, los que vivimos apiñados en el pronombre de todos los que en esta orilla habitan, siendo todos a una, como en Fuente Ovejuna, Señor.


Queridos Ellos:

Los que sentimos fuera, los que dejamos tras la puerta, los que sabemos existen más allá de nosotros.
Ellos, el final de la lista, los emparentados con los Vosotros, con los que llamamos con distinción y sin embargo son igual a todos, a los él o ella, a los tú y yo, a los nuestros, porque aunque queramos desprendernos de todos, somos parte de un solo verbo que conjugamos en común, en los pronombres que somos.






Llego al final sin más y con mucho que agradecerles por existir y darnos nombres en los sujetos que somos, se despide quien siempre será un compendio de cada uno de ustedes,


Yo, tú, él, ella, nosotros, vosotros , ellos.