lunes, 18 de diciembre de 2017

A unos abrazos

A unos abrazos



Sí, esta carta va dirigida a unos abrazos.  El primero, a  aquel abrazo que nos conforta, el que nos abriga el alma, por el que daríamos hasta lo que no tenemos por sentirlo. El abrazo de mamá. Mamá, la que mora en esa dimensión desconocida, pero que en mi fe, deseo de todo corazón exista y que esté gozando del paraíso prometido.

Y luego, a tu abrazo. Sí, el que tantas veces he imaginado. Aquel que sueño pensando en tu casa con balcón, porque imagino tu casa en alto y con balcón, donde podríamos mirar a selene que juguetea con las nubes, que osadas ellas,  pasan coqueteando con el viento que las mueve hacia inciertos horizontes.  Y allí, bajo la luz de las estrellas, sintiendo la suave brisa de la noche,  tu hombro, tus brazos puedan ser ese cobijo que ansía mi ser.

Qué total demencia, qué injusta la vida, o el vivir, que nos arrebata lo amado de sangre y entraña y levanta muros en la ausencia de lo no vivido, mirando hacia atrás, por trasiegos de constantes ironías y tontas acciones que hacen del presente nostalgias y soledades sin fín.

Así que vayan estas líneas a donde el viento las lleve, como a esas nubes  que parecen algodón.


Sin más,

Yo, la de las cartas ausentes.
Diciembre 18 de 2017




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