
Carta al Niño Jesús:
Bien lo sabes amado Niño, que en mi país, Venezuela, es costumbre por fechas navideñas, escribirte una carta pidiendo nuestros regalos, lo deseado durante todo el año, o en el momento en que comienzan a aparecer todas las maravillas de los anuncios de muñecas, carritos, legos …¡oh! que soy del siglo pasado…digamos ahora, play stations, ipods, pcs, wii, teléfonos celulares que lo hacen y tienen todo…etc, en fin, que durante un tiempo navegamos en nuestra imaginación para escribir nuestra carta ansiada, no sin antes alguna advertencia paterna, “ miren que el Niño jesús es pobre, que no podrá comprarles todo lo que pidan, asi que a portarse bien”- (requisito indispensable , era el buen comportamiento a los días previos de Navidad, santos pues, debíamos ser, para conseguir el máximo de nuestros pedimentos)-
Bien lo sabes amado Niño, que en mi país, Venezuela, es costumbre por fechas navideñas, escribirte una carta pidiendo nuestros regalos, lo deseado durante todo el año, o en el momento en que comienzan a aparecer todas las maravillas de los anuncios de muñecas, carritos, legos …¡oh! que soy del siglo pasado…digamos ahora, play stations, ipods, pcs, wii, teléfonos celulares que lo hacen y tienen todo…etc, en fin, que durante un tiempo navegamos en nuestra imaginación para escribir nuestra carta ansiada, no sin antes alguna advertencia paterna, “ miren que el Niño jesús es pobre, que no podrá comprarles todo lo que pidan, asi que a portarse bien”- (requisito indispensable , era el buen comportamiento a los días previos de Navidad, santos pues, debíamos ser, para conseguir el máximo de nuestros pedimentos)-
...Y dejaba mi carta, escrita prolijamente, donde no sólo escribía mis deseos, sino también los de mis hermanos, quienes aún no sabían escribir y yo, orgullosa, iba desglosando en cónclave cada pedimento, sopesando también , que el Niño era muy pequeño para tanta carga, además, tenía que dejar bien explicito nuestro compromiso de portarnos muy bien, lo que sería supervisado por mamá y por papá, claro está, quienes te darían el reporte Niño Dios, de nuestro hacer, sin pecar, por supuesto de nada.
Así, cochecitos, cocinas con carbones blancos que cocinaban de verdad, con toda una batería de platos, jarritas, tacitas de una cerámica hermosa, muñecas que decían mamá y abrían y cerraban los ojos, -siempre azules, no sé por qué-, o un “bebé querido” que parecía de verdad, un carro de bomberos, una pista de trenes, un carrito a pilas que se manejaba…a distancia con un cable largo, -¡Dios mío que asombro ante tanta tecnología!- y hasta unas pistolas de vaqueros, hacían las delicias de nosotros en las navidades, al despertar el 25 de diciembre, después de acostarnos temprano la noche del 24, apretando los ojos que más que cerrados parecían sellados, para que el sueño nos invadiera rápido, buscar bajo la cama los tesoros que el Niño Dios en su bondad nos dejaba.
¡Cuántos recuerdos, cuánto imaginar al Niño escurriéndose silencioso por nuestras habitaciones como un ladrón al revés, para plenarnos de alegrías.!
Pero nunca falta la amiguita que creció, que se desarrolló antes, porque me llevaba unos añitos más y un día me dijo…”¡qué tonta, es tu papá el Niño Jesús”! y yo que terminaba de guardar entre los entrepaños de la ventana del baño, la carta de ese diciembre, incrédula le refutaba no era así, entré corriendo a la casa, asombrada, gimiendo, mirando a mis padres, no lo dije en alto, por si era mentira y mis hermanitos…”¿quién te dijo eso?” increpó mi padre, fulanita de tal, le respondí y ante la evidencia, me dijeron sí, es así, pero no le digas nada a tus hermanos y de repente, me convertí en cómplice de nuestro Niño Jesús.
Han pasado todos los años del mundo, ayer mis sobrinos, hoy tan grandes y tan maduros, encontraban en nuestra casa paterna, sus regalos al pie del arbolito de navidad. Un espectáculo el verlos destapar y descubrir sus regalos, no pedidos por ellos, llegados como magia en carrusel de un Papá Noel o a los mejor unos Reyes Magos que se adelantaban en la visita.
¡Cuántos recuerdos, cuánto imaginar al Niño escurriéndose silencioso por nuestras habitaciones como un ladrón al revés, para plenarnos de alegrías.!
Pero nunca falta la amiguita que creció, que se desarrolló antes, porque me llevaba unos añitos más y un día me dijo…”¡qué tonta, es tu papá el Niño Jesús”! y yo que terminaba de guardar entre los entrepaños de la ventana del baño, la carta de ese diciembre, incrédula le refutaba no era así, entré corriendo a la casa, asombrada, gimiendo, mirando a mis padres, no lo dije en alto, por si era mentira y mis hermanitos…”¿quién te dijo eso?” increpó mi padre, fulanita de tal, le respondí y ante la evidencia, me dijeron sí, es así, pero no le digas nada a tus hermanos y de repente, me convertí en cómplice de nuestro Niño Jesús.
Han pasado todos los años del mundo, ayer mis sobrinos, hoy tan grandes y tan maduros, encontraban en nuestra casa paterna, sus regalos al pie del arbolito de navidad. Un espectáculo el verlos destapar y descubrir sus regalos, no pedidos por ellos, llegados como magia en carrusel de un Papá Noel o a los mejor unos Reyes Magos que se adelantaban en la visita.
Hoy, todo es diferente, lo que no puede dejar de ser, son los regalos, adultos, claro, pero sobre todo , los mejores que se puedan tener en un espacio grande del corazón y pintadas en el alma las tarjetas, que auguren: FELICIDAD, BIENESTAR, SALUD Y PAZ, como por cierto en esta carta que te escribo mi Niño amado y en quien, en mis peores momentos me he refugiado, pido para todos los seres de buena voluntad, para los amigos, para los míos y los tuyos, para mi prójimo, para ti amor, para todos los Niños del Mundo, que llevan una ilusión en su corazón.
Y para quienes no tienen, para los otros, para los que de todo carecen, pido, el concurso de quienes podemos dar, brindar una sonrisa a lo mejor , a unos niños calle abajo de nuestro hogar o llevar a una organización honesta y con alma, un presente que ilumine una mirada en alguna parte del mundo.
Eso te pido, mi Niño amado…eso te dejo en esta carta para que la recojas, desde el entrepaño de la ventana de mi cuarto, esta vez…
Bendícenos , te amo…
Yo.
Y para quienes no tienen, para los otros, para los que de todo carecen, pido, el concurso de quienes podemos dar, brindar una sonrisa a lo mejor , a unos niños calle abajo de nuestro hogar o llevar a una organización honesta y con alma, un presente que ilumine una mirada en alguna parte del mundo.
Eso te pido, mi Niño amado…eso te dejo en esta carta para que la recojas, desde el entrepaño de la ventana de mi cuarto, esta vez…
Bendícenos , te amo…
Yo.