jueves, 14 de febrero de 2013

Carta a los amores sentidos…o ¿ perdidos?


Carta a los amores sentidos…o ¿ perdidos?


Queridos amores:
(sentidos siempre ¿perdidos? no sé)



Un febrero más, un 14 más, un San Valentín ondeado por quienes celebran hoy, el día del amor. Un Cupido, hijo de Venus y de Marte, vendado, a la caza de quienes desean  enamorarse para lanzar su flecha mágica, mitológica. Una mezcla de cristianismo y paganismo desde la antigua Roma.
Así, mi respetado San Valentín, romano,  se convirtió en el símbolo de esta celebración anglosajona, lo que me resulta una incongruencia, pero en fín, así son las cosas, como lo fueron en su día en la antigua Roma las fiestas paganas que se realizaban para la adoración del dios del amor, cuyo nombre era Eros y a quienes los romanos llamaban Cupido.
En el siglo III en Roma, el emperador Claudio II prohibió por decreto,  la celebración de matrimonios entre jóvenes en la firme creencia que si se mantenían solteros, sin familia, resultaban  para las guerras y defensa del imperio, mejores soldados, ya que no estaban atados a nada.
Surgió entonces un hombre de la Iglesia Cristiana Romana, sacerdote , quien se rebeló contra Claudio II, y el que seguro se dijo a sí mismo ( en mis palabras)  “esto no puede ser, es injusto, yo, voy a desafiar a este señor y voy a casar a cuantos jóvenes enamorados lo deseen, aunque sea en secreto” Y así lo hizo.

Claudio, se entera, llama a Valentín a Palacio porque sabe de la popularidad que se  había forjado el sacerdote casamentero y el santo, ni corto ni perezoso, en la reunión con el mismísimo Emperador se dio a la tarea de hacer proselitismo al cristianismo.  Claudio, lo miró y escuchó con interés , pero otros intereses reinaban y aconsejado por el Gobernador de Roma, Calpumio,  Claudio II mandó a encarcelar a Valentín.
Un oficial llamado Asterius, encargado de encarcelarle, vio la oportunidad de ridiculizarlo y de paso ponerlo a prueba. Le retó a que le devolviese la vista a una hija suya, de nombre Julia, quien había nacido ciega. Valentín aceptó el reto y en nombre de Dios, del Señor, le devolvió la vista. Este hecho convulsionó a la familia de Asterius quienes todos, se convirtieron al cristianismo. Pero esto no fue óbice para que el santo de los enamorados, saliera en libertad, por el contrario, Claudio  ordenó lo martirizaran y finalmente fuera ejecutado el 14 de febrero del año 270. Julia, agradecida por su milagro,  plantó junto a la tumba de San Valentín un almendro de flores rosadas, de allí que sea este el símbolo de la amistad y el amor verdaderos.

Símbolos, historias, mitos, realidades e ilusiones. Lo cierto es, que en nombre de un santo que casaba a enamorados a escondidas y de un dios, alado y bebé, es un día de febrero  la conmemoración de una muerte, celebrándose en gran parte de la tierra, el día del amor y en otros, agregado , el de la amistad.

No necesito un día, ni un 14 de febrero, ni un 30 de julio, ni fecha señalada, para celebrar al amor o a la amistad. 
A ti que he amado y me has amado, a ti, que me  honras y he honrado con la amistad, no necesitas ni necesito de este día para recordarte o recordar, que fuiste una rosa y una espina, un dolor y una alegría, una huella o un camino, unas manos o unos brazos, un beso o un recodo. Es más, que has podido ser una ilusión virtual.

Sin y con mucho que decir,  dejo estas líneas sin despedidas, que ya me he dado cuenta, que el corazón no conoce la palabra adiós, que si no recuerda en algún momento, no significa que es olvido. Por eso, hasta siempre amores  y a celebrar cada día,  lo que del amor sea.


Yo.


1 comentario:

Anónimo dijo...

¡A todo aquel que pasó por mi corazón y se detuvo!
A aquellos que hicieron nido y me dejaron grabado su eternidad en el pulso;
A los que hicieran en él metástasis y lo partieran en dos; A quienes libraron batallas y fueron vencidos; A quienes obtuvieran la victoria eterna o temporal; Al mejor y al peor de los partidos; Aquel o este al que dedicara un latido, o tres. A todos los que amo y amé un día y que me habitaron y habité, recorriendo junto a mí las huellas que fui dejando en el camino andado, compañeros míos de felicidad o de infortunio. A ese o aquel que ame en Do mayor o menor o a duras penas, o a hurtadillas o, desde mi balcón o detrás del antifaz de otra bandera, de un fogón tibio o en cenizas, o en los reverdecidos campos de arroz. Con licencia o sin ella y junto a la mesura de sentimiento que dejaran en mi memoria ¡Un brindis desde el alma! Que el amor es el mejor regalo a los mortales que nos regalara Dios.
Te abrazo! Yo