
Querido Horizonte:
Te parecerá extraño, un poco loco, recibir esta carta. Quizás a alguien, aún, le parezca más rocambolesco el que haya una escribiente que le escriba al horizonte. Pero pasa, que no encuentro una línea más cercana, y en paradoja, más lejana al concepto de mañana, de futuro, que lo tú representas, mi añorado horizonte.
Esa línea difusa siempre inalcanzable, ese mirarte allí y al ir hacia tu encuentro, ver como te alejas y te haces inaccesible, quimera de ilusiones, tema de poetas, de enamorados, de románticos que ponen en la vista del “hacia allá”, ese mañana que nunca llega porque siempre es hoy.
Y precisamente hoy, mi horizonte se encuentra perdido, deambulando en oleajes ante mis ojos, cegado por la luz del sol, o escondido tras la nube gris que esconde a la luna pudorosa, ante la mirada de quienes creen encontrar en ella, el reflejo de su amor de hacer.
Esa línea difusa siempre inalcanzable, ese mirarte allí y al ir hacia tu encuentro, ver como te alejas y te haces inaccesible, quimera de ilusiones, tema de poetas, de enamorados, de románticos que ponen en la vista del “hacia allá”, ese mañana que nunca llega porque siempre es hoy.
Y precisamente hoy, mi horizonte se encuentra perdido, deambulando en oleajes ante mis ojos, cegado por la luz del sol, o escondido tras la nube gris que esconde a la luna pudorosa, ante la mirada de quienes creen encontrar en ella, el reflejo de su amor de hacer.
De repente mi querido horizonte, me he quedado con tu nombre al borde de mis labios, porque te he bautizado algunas veces con nombres de ciudades, de mares que bañan costas, de montañas con picos nevados, de llanuras que guardan manglares, con nombres de mujer, de niños que dormidos se acunan en mi corazón. ¡Qué pena tan absurda! se ha desprendido de ellos, el último, el que me ha dejado con el vacío de unos brazos que no abrazan, de unas manos que no consiguieron otras para entrelazarlas, de un hogar encendido, que ahora es la mengua de unos tizones que se apagan lentamente.
Y vuelvo a tratar de encontrarte, en medio de los fulgores, detrás de las montañas que guardan al este, ventana del alba, de auroras que hablan del día con luz recién nacida. Volteo al ocaso, y el oeste dibuja un oasis del instante preciso en que hay cambio de turno y la noche se hace dejando libres a las luciérnagas, a la vida sin luz que siempre es vida silenciosa en quienes andan sin dejar huellas, caminando sagaces, cazando a la presa que tiene por noche su inmensa madriguera.
Me detengo en el medio de la nada, medito cabizbaja y recuerdo un poema que escribí hace tiempo, haciendo de este instante el bordón que pueda sostener a esta alma mía, estrujada por el adiós. Resulta que desde este lado somos el horizonte de quienes nos ven como ese espacio difuso y lejano, desde allá, desde esa línea paralela que nos une en una mitad de algo, convirtiéndome entonces, en un nombre, quizás en una ilusión o realidad, de algún corazón que sueña con llegar hasta aquí.
No quisiera despedirme , no puedo además, allí estás, frente a mis ojos, te mire o no, allí estás como el sueño posible de alcanzarte o que me alcancen alguna vez.
Viviendo a pesar de las heridas del pasar, contemplando en ti la esperanza , te envío un beso y un hasta siempre, querido horizonte:
Yo, quien escribe esta carta dibujando el paisaje que nos regalas.
Me detengo en el medio de la nada, medito cabizbaja y recuerdo un poema que escribí hace tiempo, haciendo de este instante el bordón que pueda sostener a esta alma mía, estrujada por el adiós. Resulta que desde este lado somos el horizonte de quienes nos ven como ese espacio difuso y lejano, desde allá, desde esa línea paralela que nos une en una mitad de algo, convirtiéndome entonces, en un nombre, quizás en una ilusión o realidad, de algún corazón que sueña con llegar hasta aquí.
No quisiera despedirme , no puedo además, allí estás, frente a mis ojos, te mire o no, allí estás como el sueño posible de alcanzarte o que me alcancen alguna vez.
Viviendo a pesar de las heridas del pasar, contemplando en ti la esperanza , te envío un beso y un hasta siempre, querido horizonte:
Yo, quien escribe esta carta dibujando el paisaje que nos regalas.