sábado, 15 de septiembre de 2012

Carta al desencanto



Carta al desencanto


Siempre recurrente desencanto:

Aquí estoy de nuevo. Recogiendo las miserias que va  dejando señor o señora desencato, las lágrimas sorbidas una a una en medio de algún paradigma que me hizo sentir  llegaba a una atalaya, donde mirar pudiera la vida escrita en peldaños, parajes, hojas de un diario o de un libro cuyas páginas relataran mi historia.

Esta carta es corta, muy corta, porque mucho más que de tristezas, nostalgias, amarguras, melancolías, silencios y soledades, no se puede escribir en medio de este desasosiego, que resulta de la verdad tantas veces pedida  y al fin  declarada.

¿Qué se puede decir ante la verdad presentida? ¡Nada! Sólo seguir el camino que se tiene delante y no volver la vista atrás, porque ya no hay atrás, fue borrado de un trazo.

Así que estimado desencanto, queda usted colgado en el perchero de la ausencia, cuando antes era la esperanza la que colgaba en el otro perchero, en el de la espera, en el de la ilusión, en el del amor.

Sin más qué pueda decirle, se despide de usted atentamente,

Yo, la tonta útil.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Carta al hijo de mi hija que nunca tuve




Carta al hijo de mi hija que nunca tuve

Sí, lo sé, parece una locura escribir doblemente una carta a dos seres que nunca han sido en mis entrañas. Lo que no es una locura, es que sí han existido en mi corazón.
Por esa razón, mi niño bonito, te escribo esta carta que nunca escribí.
Aunque no lo creas, te conozco desde siempre, desde que me vi en los ojos de tu madre cuando los abrió, nada más nacer. Porque ese día naciste con ella. La palabra mañana, tuvo significado, siendo entonces, cuando la esperanza se aposentó en mi regazo y en el regazo de tu madre.
Naciste varón, (no te enojes, pero esperaba fueras niña), y al ser varón, recuerdo un estupendo libro que leí varias veces tiempo ha, de Oriana Fallaci: Carta a un niño que no llegó a nacer, de donde extraigo este resumen que siempre me ha encantado:

“Serás un hombre o una mujer? Quisiera que fueses mujer. Ser mujer es fascinante, es un desafío que nunca llega a aburrir. Tendrás que batirte para demostrar que dentro de tu cuerpo liso y redondeado hay una inteligencia pidiendo a gritos que la escuchen. Te cansarás de gritarlo y, a menudo, casi siempre, perderás.
Pero no debes desanimarte, batirse es mucho más hermoso que vencer; viajar, mucho más divertido que llegar. Sí. Espero que seas mujer; no me hagas caso si te llamo niño.” “Pero si naces varón, me sentiré igualmente contenta y tal vez más, porque te verás libre de muchas humillaciones, de muchas servidumbres, de muchos abusos. Naturalmente, te corresponderán otras esclavitudes, otras injusticias; tampoco para un hombre es fácil la vida, ¿sabes? Y sin embargo, o precisamente por eso, ser hombre constituirá una aventura maravillosa, una empresa que no te decepcionará jamás.”

(Y todo porque tienes cola delante)
Así que mi niño, te tocarán fuertes batallas, te exigirán rudeza, te dirán que los hombres no lloran, que la ternura es cosa de niñas, de mujeres románticas, que esperan siempre estar enamoradas más del amor que de alguien. Pero no te engañes, ni permitas te engañen. La ternura también es cosa de hombres, llorar también es cosa de hombres, ser débil no es un defecto, si esa debilidad te hace ser mejor ser humano, porque te emocionas, porque siendo consecuente contigo y tus  sentimientos, esa debilidad te hará fuerte, capaz de aprender, de diferenciar lo bueno de lo malo y podrás   forjar un mejor destino para ti, aunque en el camino cometas muchos errores. Ya enmendarás la plana, que para eso sirven los errores.
La vida es el don que nos regala el Hacedor, vivir, es el compromiso de honrar esa vida que nos fue dada.
Así que mi niño, no escribiré para ti decálogos, tratados, guías o libros de autoayuda. Irás creciendo, aunque te duela, pero más te dolerá no crecer y para ayudarte en ese crecimiento, estamos todos los que te amamos desde antes de saber tu sexo, tu nombre.
Te amo, mi niño bonito, con ojos de auroras y fulgor del más grande amor, jamás sentido.

De ti y por ti siempre,
Yo.

Pd. Esta carta te la hubiera escrito, si hubiera tenido una hija y mi hija un hijo que fuera mi nieto.