miércoles, 27 de julio de 2011

Carta al amor de la vida


Carta al amor de la vida 


Estimado y siempre presente amor de la vida o de mi vida o al hombre, mujer, mascota, ser de mi vida:

¡Sí! Toda esa confusión pervive en mí. Tengo horas preguntándome por la mujer,  hombre, ser...de mi vida. Ese ser que se transforma en la palabra amor y mejor, en el verbo amar. Me he estado preguntando, cuál de los que he llamado amor, es ese inmenso amor que marca, tatúa el sentimiento y lo hace eterno en carne y hueso.
Me retrotraigo en el tiempo y aterrizo en todos y cada uno de ellos, con sus etapas, sus particularidades, con las emociones que surgieron, con los sueños que se forjaron, pero también con los desengaños, los boleros tristes que he cantado desde entonces, desde alguno; con los tangos que han descrito alguna de mis historias, los poemas que he leído una y otra vez, lagrimeando, porque son espejos de mi alma.
He tratado de ubicar a la mujer de mi vida, al amor de mi vida, a ese que jamás podrá ser olvido y que siempre será el que marcará todos los caminos de mi ayer para mañana.  Y ha sido inútil. Porque aunque diga como Andrés Mata, "puede el último amor ser el primero", justo el último ha sido desde el si quiero, un eterno adiós. Lo triste de esta historia es que ya el tiempo corre en sentido contrario y ya no hay andenes, ni trenes que lleguen a recoger todo lo que queda de mí. No hay pasado que regrese, y si alguna puede ser llamada el eterno amor de mi vida, tampoco será la mano que sostendrá la mía, cuando tenga que partir.
¿Triste, verdad? Pero es una cruel y atroz realidad, que me está costando sangre asumir, aceptar. De nada vale  lo que haga y diga, siempre huirá el último, (el miedo jugó desde el principio en "nuestra contra" tu miedo, no el mío) y el primero, junto con los intermedios, siempre serán grandes amores, pero siempre ausencias.
¡Cuán difícil me resulta mirar una fotografía, encontrarme con alguna de repente y declarar , tú , eres y serás el amor de mi vida!
A veces la soledad, es la sabia maestra de la vida.

En presentes ausencias, de ti se despide, con la misma incertidumbre y pena profunda;
Yo.

martes, 19 de julio de 2011

Eterno mientras dura


Eterno mientras dura

Sí, serás eterna. Permanecerás en cada momento de mi vida, en mi pensamiento, alma, en la piel que no te conoce, pero te presiente. En la existencia que conozco y en aquella que nos dicen existe, más allá de este respiro.
Serás eterna, lo sé, porque en medio del caos que resulta vivir, eres ese instante del amor que permanece flotando en el tiempo, asido a  las alas, de una mariposa.


Yo.

miércoles, 13 de julio de 2011

Llévame al mar

Llévame al mar


llévame al mar,
tú que puedes,
tú que vuelas papalotes
en medio de tu sala,
que tienes una fuente
con un gnomo que sonríe
y hasta hadas que lanzan estrellas
mágicas de sus varitas plateadas.

llévame al mar,
tú que un día me prometiste
saltar sin paracaídas
del globo de los sueños.
¡anda! no tardes,
llévame al mar,
tú que puedes ,
porque sembraste
un jardín de ilusiones
en este pecho
que  cerraba heridas
y pasaba páginas
de un ayer, sin ti.


Julio 13 de 2011

domingo, 3 de julio de 2011

Carta a las fronteras, los límites


Carta a las fronteras, los límites





¿Cómo saludarte? No encuentro manera.

¿Desconcertante Frontera? :



Desde hace unos días mi mente rumia  la palabra que te define. Busco sinónimos, encuentro conceptos que poco o mucho dicen o quizás demasiado explican lo que significas. En todas,   nos llevan a confines, límites, paradas, aduanas, líneas divisorias, cotos,  stops de carreteras que detienen el andar por los caminos.  Busco mapas, atlas,  encuentro colores, meridianos , latitudes, trazos que ubican , países, continentes. Mas, si miro fotografías de la tierra tomadas desde el espacio, no encuentro ninguna frontera de las que el hombre ha creado.
 Sin embargo, existen, como existe el tiempo.
Vienen a mi mente la muralla China, el muro de Berlín, en el recuerdo triste de una ciudad partida en dos o las alambradas de países que las levantan para impedir el paso de los “ilegales”, inmigrantes ansiosos de  encontrar un sueño que mejore su vivir. O los barcos que detienen pateras o balsas que llevan seres humanos arriesgando la vida, siempre tratando de cruzar fronteras,  de llegar a la utopía quizás de un edén, donde sólo oportunidades encontrarán. Pero lo intentan, una y otra vez, a riesgo de todo.

Mas, y siguen los peros infaltables, las fronteras más terribles son aquellas que nosotros mismos levantamos con respecto a los otros, a quienes tenemos cerca o lejos, a quienes llamamos prójimo.  A quienes tienen color diferente de piel, de creencias religiosas, de maneras de vivir la vida política o social, o su propia opción sexual, legítima como toda opción de vida.  A los que odiamos o amamos. Sí, a quienes amamos también. Son las fronteras invisibles y terribles que levanta el miedo, la ira,  el temor a sentir y realizarse en él. El miedo a volar con las alas de los sueños, o con el atrevimiento de saber qué puede pasar si conozco lo que presiento, si me permito mirarme en unos ojos escuchando la voz de quien antes era sólo una ilusión o una quimera. O tal vez,  permitir tomarse las manos y seguir un mismo rumbo.
Crear fronteras emocionales, sentimentales, nos niega la posibilidad de encontrar tal vez el recodo del camino que siempre hemos ansiado. A lo mejor equivocamos el camino, pero por lo menos el recorrido y la llegada, siempre valdrá la pena. No nos dejará la duda siempre pendiente del hilo de nuestra alma.
 Sigo rumiándote, Frontera, porque jamás pensé que ser humano alguno, pudiese siquiera imaginar que yo pudiera hacer tanto daño, para tenerme de enemigo o en plan de guerra, que por sus miedos,  me negara el sonido y plantara espadas en cerco a su alrededor.
Mira si soy sincera, que hasta explico el porqué, no puedo olvidar  que existes.

Yo.