jueves, 31 de mayo de 2012

Carta a Las Parcas


Carta a las Parcas


Siempre rondadas, rondando, atravesadas, tropezadas, vividas y las que nunca permiten se les olvide, Señoras Parcas:

Según Wikipedia: “En la mitología romana las Parcas (en latín Parcae) eran las personificaciones del Fatum o destino. Sus equivalentes griegas eran las Moiras. Controlaban el metafórico hilo de la vida de cada mortal e inmortal desde el nacimiento hasta la muerte. Incluso los dioses temían a las Parcas: el propio Júpiter estaba sujeto a su poder.”

Es decir, que son  quienes controlan el hilo de la vida hasta el final, “controlan”, mas, no son la muerte sino las acompañantes de la vida hasta la muerte. Por supuesto, aclaran que ese hilo de la vida es “metafórico”,  en sentido figurado. Y tiene que ser así porque según leo, hasta a los inmortales acompañan. Los inmortales , los que no mueren, o los que ya murieron y son ahora inmortales. ¡Qué enredo más enredado!
 Lo cierto es, que si son  Parcas o Moiras, o lo que sean, se les teme, porque según entiendo cuando aparece  palpable una de ellas, es para acompañar el final de la vida que es el verdadero destino, la muerte.

 Sigo leyendo, esto es interesante,  nos ilustra   Wikipedia con la descripción de ustedes, Parcas,  -lo curioso es que siempre se habla de  una sola Parca, y no es  así, son varias-, por eso es bueno conocerlas por sus nombres y oficios:

“Los nombres de las tres Parcas eran:
§  Nona, que hilaba el hilo de la vida desde su rueca hasta su huso. Su equivalente griega era Cloto.
§  Décima, que medía el hilo de la vida con su vara. Su equivalente griega era Láquesis.
§  Morta, que cortaba el hilo de la vida, eligiendo la forma en que la persona moría.  Su equivalente griega era Átropos.
El primer documento conservado sobre esta deidades son tres pequeñas estelas (cippi) halladas cerca de la ubicación de la antigua Lavinio poco después de la Segunda Guerra Mundial.  Llevan la inscripción:
Neuna fata, Neuna dono, Parca Maurtia dono
Registran pues los nombres de dos de las tres Parcas romanas (Neuna o Nona, Maurtia o Morta) relacionados con el concepto de fata.
Se suponía que Nona determinaba la longitud de la vida del hombre como el dies lustricus, es decir, el día en el que el nombre del niño era elegido, lo que sucedía al noveno día desde su nacimiento para los niños y al octavo para las niñas.
Las repetición de los nundinae también era considerado un dies festus y como tal nefas por algunos estudiosos romanos como Julio César y Cornelio Labeo, porque en él la flaminica dialis ofrecía el sacrificio de una cabra a Júpiter en la Regia.

Pero qué leo, la Nona determinaba la longitud de vida del ser humano, al varón desde el noveno día de nacido cuando elegían su nombre y a la hembra le elegían el nombre  el ¡octavo día de nacida!, en otras palabras, un día más de vida para los hombres y un día menos para nosotras las mujeres. ¡Vaya desatino!
Por algunas razones personales, creo  necesario conocerlas un poco más, ahora que sé que no es sólo una, la que me acompaña en mi “hilo de vida metafórico”. Con razón siento que siempre camino con una multitud a mi alrededor y que no duermo sola, por más que no sienta la piel de quien amo, amaba o amaré. Allí están, con rueca, con tijera en mano, con guadaña o con una vara que mide como dice la Biblia, “con la vara que mides con esa misma vara serás medido” Ahora comprendo, por qué me cuido tanto de no desear a nadie la muerte, de celebrar la vida cada vez que abro los ojos al despertar y en cada respiro, ahora comprendo por qué lucho siempre para ganar batallas en el diario vivir, en la salud que merma, en las amenazas de muerte con nombres de cáncer o de órganos que dieron paso a bacterias o virus o a cuanto gusano se encuentre en esta tierra. Ahora comprendo, por qué me cuesta tanto aceptar que quienes amo se rindan ante cualquier batalla a librar. No mido como la Parca Décima a nadie. He recibido recientemente tanta noticia de muertes de familia, de amigos, conocidos. De tantos amados que hoy están luchando con todas sus fuerzas para ganar ese día de más que a nosotras nos restaron y a los que le concedieron el mismo, tratando de esquivar ser arrollados por un auto fantasma o por el cruel que sin menoscabo alguno se convierte en Morta y arrebata el hálito de vida que aún quedaba.
He estado sentada ante el paisaje de mi vida, ante las noches sin luna o con ella, ante la lluvia que cae después de un sol ardiente, he mirado desde mi atalaya el horizonte, he mirado dentro de mi casa, y sé, porque los ojos de la mujer de mi vida, mi madre, los miro apagaditos y sus años la acercan a ese corte de hilo, que la soltará a su  destino final. Que rondas cerca. No sé si me iré primero, mas, no te temo Morta, sé que estoy destinada a morir, como todos. Lo único que sí te pediría y eso por pedir, porque según entiendo , escrito ya está el cómo, es justamente, no morir con terror, como lo pido igual para todo aquel que amo y para todos los que sea posible sea concedida esa gracia. Por esto les escribo, te escribo Morta, esta carta que nunca antes escribí.

Me despido de ustedes…¿me despido? ¿cómo,  si van pegadas a mí como siamesas a mis costados?
Así que hasta más ver, tarde, espero, o cuando toque, que tocará.

Yo.