sábado, 21 de marzo de 2009

Carta a este Extraño Vacío



Extraño vacío:

Estaba caminando por los pasillos de la casa que me acoge por hogar en estos días. Mi perrita, saltaba entre mis piernas , tratando de invitarme a que jugara con ella. Tiré al desgaire una de sus pelotas, saltó sobre el muro del corredor, la traía haciéndola sonar, feliz. Miré sus ojos entre parches negros y pude comprobar su amor de animal noble, leal, desinteresado, que sólo aspiraba en ese momento, lanzara sus juguetes para ella correr sin descanso y traerlos a mí, luego, agradecida, mientras me sentaba a mirar el paisaje majestuoso que ante mí se levanta, saltaba a mis piernas y se recostaba sobre mi pecho.
¡Mi pecho! Arrasado de mama, apretado de un claro sentimiento de vacío de adentro, de desamparo, de soledad indeseada, de buscar entre el espacio, el tiempo donde se perdió el encuentro, donde la vida me presentó un destino en el cruce de vía del tren que esperaba y este se trocó en abismo insondable de despedidas sin fin, sin producirse el tan ansiado encuentro, en el andén de más allá.
Siento este extraño vacío de todo, porque todo me puede llenar y sin embargo nada me plena. Es como si tuviera delante de mí el oasis anhelado en el desierto y morir de sed, o, tener hambre, estar delante de la ambrosía, recibir el maná del cielo y morir de inanición.
Te siento vacío, como última estocada en mi andar por este otoño que ya tiene aromas de invierno...
He de escribirte corto, porque cortas son las líneas de este sentir, sintiéndolo todo. Porque si siento esta oquedad que aprisiona los pulmones, que cuaja lágrimas, que hace temblar mis manos y desear correr como mi perrita, en pos de un algo, no pueden ser más las líneas que te describan o que hagan necesarias más palabras que no sean , de este vacío el querer llenar...del amor que se esfumó en la nada.


Se despide de ti, quien mirando hacia dentro de sí misma, aspira encontrar el fulgor que la ilumine siempre.

Yo.

sábado, 14 de marzo de 2009

Carta a un amor que no mate


Amad@ mí@:


¡Qué extraño se lee ese encabezamiento!, pero como puede ser amado como amada y la modernidad del internet, permite este artilugio en el signo de la arroba tomado como ambiguo, pues será así.
Lo cierto es, que en medio de esta revolución de avatares sin fin que estamos viviendo los humanos en esta tierra que nos estamos empeñando en ir destruyendo, vamos ansiando con mucho más ahínco en el pasar los años, encontrar, vivir, saborear, disfrutar, gozar, de un “amor que no mate”.
De ese amor compañía y cómplice, de ser amantes y amigos en toda la extensión de las palabras, de estar y ser, siendo individuos, en el y con el otro. Me dirá nuestro amigo Ricardo, que el amor de nuevo campea por estos lares de mis cartas nunca escritas, desde su lado amable y no sufriente. Mas, ¿cómo no escribirle cartas al sentimiento, motor de nuestro ser? ¡Cuánto de nuestra estima no está signada por la falta de amor ! ¡Cuánto de nuestras “psicopatías” no llevan por allí el puntillazo de alguna situación traumática por la desvirtuación del amor, del respeto, de los abusos de quienes amamos o en quienes confiamos, o simplemente por el prójimo que nos enseñaron es nuestro hermano y nos defrauda al máximo al verlos como monstruos, como si no fueran congéneres si no bestias sin sitio en ninguno de los reinos conocidos y que nos conforman como seres vivos.!

Es por ello que te escribo, tratando de encajar en la razón, las sinrazones, en la cordura, los desvaríos, en el sentir hasta la médula el saber que las manos siempre deben estar a palma abierta, que si la arena se aprieta se escurre entre los dedos, que si nos cruzamos y seguimos el mismo rumbo es para andar al lado de cada uno, no importa de qué colores veamos el cielo, o si las flores las percibimos con aromas diferentes, es saber que todo puede ser si nos comprendemos y aceptamos, respetándonos y adecuando nuestras manías en lo que haya qué ceder, sin dejar de ser un@.

En otras palabras, le escribo esta carta al amor que no mate, sino al que nos haga ¡VIVIR! en el tiempo que nos queda. La juventud tiene arrojo para soportar aún algunas debacles, a estás nuestras alturas juveniles de más de medio siglo, lo que ansiamos es la paz y que la soledad y el silencio, sean sólo un refugio a veces, de cuando se torna necesario el estar consigo mismo, para reencontrar algún eslabón que se crea perdido.


Con el candil encendido y en la esperanza de encontrarte o reencontrarte, se despide de ti sin despedirse de nada.



Yo, quien siempre creerá en el amor y en ser amante.


lunes, 2 de marzo de 2009

Carta a la Poesía


Mi amada Poesía:


XXI


¿Qué es poesía?,
dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¡Qué es poesía!,
¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

Gustavo Adolfo Becquer


Sí, ya lo sé, el recurrido poema de Gustavo Adolfo, pero ¿cómo no dejarlo de abreboca en el sentir la poesía en cada ser que somos? ¿Cómo dejar de lado quizás, la definición lírica más romántica jamás escrita? Otros también lo han hecho y guardo miles de palabras que te definen; yo misma te he escrito miles de veces, sin artilugios, sin pensar en técnicas o contar sílabas. Simplemente…sintiendo, pensando, amando o llenándome con toda la rabia del universo, porque das para colmar todo en nuestras maneras de ser y de sentir.

Mi amada Poesía, mi refugio en las palabras, en la catarsis que conlleva el verso, en la metáfora que surge de la imagen que se forma dentro, muy dentro del alma y que lleva en el pico de una alondra, el mensaje al amado o a la amada que nos hace llorar de penas o reír por sus alegrías.


"¿En qué lugar, en dónde,
a qué deshoras
me dirás que te amo?
Esto es urgente porque
la eternidad se nos acaba...”

Jaime Sabines

Y se acaba la eternidad en las ansias del encuentro, en la premura del beso prometido, en el abrazo que nos hace vivos, presentes, sin ausencia alguna.
Te escribo Poesía, porque en cada poema, en cada intento de dejar en versos mi sentir, mis querencias, voy dejando jirones de piel, haces de alma, mi voz quebrada en cada te amo o en cada adiós que araña los muros del tiempo.
Y sigue Sabines siendo parte de mi voz…

Vamos a guardar este día
entre las horas, para siempre,
el cuarto a oscuras, Debussy y la lluvia,
tú a mi lado, descansando de amar.
Tu cabellera en que el humo de mi cigarrillo
flotaba densamente, imantado, como una mano
acariciando.
Tu espalda como una llanura en el silencio
y el declive inmóvil de tu costado
en que trataban de levantarse,
como de un sueño, mis besos.

Te he amado Poesía desde que tengo uso de razón en el saber de mi existencia, desde que fuimos presentadas en los versos que me leía mi padre para arrullarme en sus brazos,
Desde que garabateaba en cuanto papel caía en mis manos y sin saber escribir te escribía. Desde entonces, en cada poeta he llorado ausencias ajenas, desamores de otros. He reído con el desparpajo de algunos que dejan sátiras adornadas con el mejor de los trajes, he vivido otras vidas; me he paseado por el mundo y cantado “soleares”, “coplas”, “sonetos alejandrinos o clásicos,” “odas”, “dramas”. Me he rasgado las vestiduras del alma, leyendo a Buesa en mis años mozos y en los no tan mozos, he soñado, despertado, con algún verso que me dibuja al amor. A mi amor. Porque como dice Pedro Salinas

PARA VIVIR NO QUIERO...


Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».


Y leyéndote entre todos los que te honran, me reconozco, como me he encontrado y encuentro, en cada lector que escribe poesía y la publica en sus espacios, así y con su permiso, tomo del blog, Nada me pertenece, de Migdalia Mansilla, justo un poema que en este instante traza los caminos de mi existir:

Nada me pertenece



no son míos los caminos
mucho menos las huellas
se fueron las palabras detrás
de una golondrina perdida
los ríos se llevan los sonidos
de todas las voces
el tiempo se esfumó en el tizón
de una hoguera apagada

medito en el rescoldo
de una columna quebrada
tal vez mi vida
sea la quimera de otra
viviendo
cuatro cuadras más abajo
de esta casa
que tampoco es mía

nada me pertenece
ni siquiera tu recuerdo
de ti /todo lo tuve prohibido
no pude robarle un tajo a la lujuria
ni sembrar un huerto
con la higuera de Ibarbourou

quedan las manos vacías
la mirada sin ojos
presintiendo el crepúsculo
donde sólo habitan fantasmas
que vienen hacerme compañía
y en esta orfandad sin reparo alguno
hasta el aire que respiro
se lo peleo al viento


Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: al no pertenecerme.
Julio 08 de 2008





…” y hasta el aire que respiro, se lo peleo al viento”. Nada me pertenece y es verdad. Sólo me quedas tú, Poesía, tú como hogar de mis palabras, voz de mis adentros, luz de mis caminos.
Me despido de ti, en esta carta nunca escrita y siempre presente en cada letra aqui vivida, con otros versos de Salinas…


NO TE VEO. BIEN SÉ...



No te veo. Bien sé
que estás aquí, detrás
de una frágil pared
de ladrillos y cal,
bien al alcance
de mi voz, si llamara.
Pero no llamaré.
Te llamaré mañana,
cuando, al no verte y
ame imagine que sigues
aquí cerca, a mi lado,
y que basta hoy la voz
que ayer no quise dar.
Mañana... cuando estés
allá detrás de una
frágil pared de vientos,
de cielos y de años.




Hasta siempre Amada…



Yo, quien nunca dejará de nombrarte.